Con apenas diez días de diferencia, los dos grandes protagonistas de esta legislatura en Pozoblanco anunciaron su futuro más inmediato con destinos claramente diferentes. Mientras Benito García mostraba que sigue siendo el líder indiscutible del CDeI, Pablo Carrillo decidió bajarse de la carrera electoral y anunciar ante la militancia socialista que no sería el candidato para los comicios municipales de 2015 y, de paso, puso a disposición del partido su puesto de secretario general para facilitar el trabajo del próximo dirigente del PSOE pozoalbense.
El actual primer edil no volverá a encabezar el proyecto socialista, un secreto a voces que ya se atrevieron a adelantar algunos medios de comunicación, entre ellos, este periódico. La efímera pero intensa carrera de Pablo Carrillo arrancó de manera oficial el 21 de enero 2011 cuando presentó su candidatura a las elecciones de mayo de aquel año con una idea clara, la renovación del partido era vital para poder dejar atrás los conflictos internos que habían llevado a la escisión de la formación y la pérdida de la alcaldía, que pasó a manos del Partido Popular por primera vez en la historia de los ayuntamientos democráticos en Pozoblanco.
«Somos gente nueva para retos nuevos», indicó ante la militancia por aquel entonces un recién aterrizado Carrillo que pronto utilizó su carisma para intentar ganar adeptos y llevarse el gato al agua. Sin embargo, la losa que debía de levantar era demasiado pesada y el PSOE no logró convencer al electorado como el ciclón que había sido hasta el momento y pasó de ser la primera fuerza política en el municipio a ocupar el tercer lugar -por detrás de PP y CDeI-. No obstante, atribuirle la pérdida de votos al equipo del hoy primer edil sería tan simple como injusto, la herencia recibida, nunca mejor dicho, se convirtió en un regalo envenenado.
El fracaso que se le puede atribuir a Pablo Carrillo es el que se comenzó a fraguar justo después de las elecciones, en el momento de las negociaciones, cuando entendió que no importaba quién se tenía enfrente porque el Partido Socialista es un partido «con vocación para gobernar». Nadie entendió que PSOE y CDeI jugaran sus bazas de una manera tan poco ética y a escasos días de la formación del gobierno -PP y PA- plantearan una moción de censura, pero lo que menos entendió la ciudadanía y parte de la militancia socialista es que se estuviera dispuesto a conformar coalición de gobierno con quien se había erigido y planteado ante la sociedad como el origen de todos los males, Benito García.
¿Qué hubiera pasado si el PSOE se hubiera conformado con jugar el papel que le había designado la ciudadanía? ¿Qué hubiera pasado si hubieran tenido algo de coherencia y tras echar a Benito García del partido se hubieran negado a negociar con él? Igual solo una cosa, que el PSOE hubiera ganado en congruencia, algo que el ciudadano suele exigir cada vez más. Ese fue el principio del final de un Pablo Carrillo cuya figura política ha ido de más a menos llegando a «decepcionar» a muchos de los que apostaron por él y alejándose de esa primera imagen que dejó tras su presentación en sociedad, porque la verdad es que a muchos nos gustó.
Después, el paso del tiempo, los meses en la alcaldía, las vicisitudes de la legislatura han permitido ver «otra cara» de Pablo Carrillo, menos amable en algunos casos y en otros rozando una «dejadez» impropia del cargo. No creo que nadie se eche las manos a la cabeza por la no continuidad de un primer edil que será recordado, entre otras cosas, por haberse dejado ganar los dos grandes proyectos de su legislatura: la peatonalización de la calle Mayor y la construcción de un vivero de empresas en el antiguo Centro de Salud. Ni uno ni otro proyecto ha sido capaz de defender.
La primera entrevista que Pablo Carrillo ofreció al ya desaparecido «El Batior», una publicación municipal que tuve el gusto de dirigir y cuya vida fue bastante más efímera que la carrera política del actual alcalde pozoalbense, arrancó con una pregunta que releyéndola me parece reveladora: «¿Qué hace un chico como tu en sitio como éste?». Le ha venido grande a Pablo Carrillo el cargo, aunque tuvo la valentía de aceptar el mejor puesto en el peor momento, tanto como le vino al PSOE la gestión de una crisis que parece extenderse en el tiempo y que ahora tiene que volver a moldear con la presentación de un candidato que vuelva a intentar remontar el vuelo. Nombres sobre la mesa ya se han puesto, ahora todo es cuestión de tiempo y de memoria.
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