Hace ya una década que el escultor Aurelio Teno falleció a los 85 años de edad dejando tras de sí una prolífica obra que le encumbró como un artista universal. Célebre por su interpretación de El Quijote, uno de sus hitos es la escultura del hidalgo que se levanta en el Kennedy Center de Washington, realizada con 60.000 kilos de piedra y bronce a lo largo de sus siete metros de altura y que fue inaugurada en su día por los Reyes de España. Esa talla llegó hasta la capital norteamericana tras imponerse en un concurso al que también concurrieron Salvador Dalí y José de Creed. De Los Pedroches a conquistar el mundo con una obra cuyas piezas más valiosas se encuentran en colecciones privadas o en manos de la propia familia, sin que el gran proyecto en torno a Aurelio Teno que se proyectó en Pozoblanco haya visto su luz.

En estos años muchas cosas han cambiado, pero esa se ha mantenido inalterable al paso del tiempo. La vieja ambición de convertir el Monasterio de Pedrique, vivienda y taller del artista hasta su fallecimiento, se ha quedado en eso, en una mera ambición. El artista se instaló a finales de la década de los ochenta del pasado siglo en Pedrique, un lugar lleno de encanto y en un enclave natural privilegiado, restaurando un Monasterio que atesora historia entre sus rincones. Posteriormente, ya con el comienzo de siglo el paraje fue adquirido por el Ayuntamiento de Pozoblanco y cedido a Teno a la par que se constituía la Fundación Aurelio Teno. Una Fundación que echó a andar con los fines de promocionar el turismo rural, conservar las tradiciones y el legado cultural de Los Pedroches, la creación de un centro cultural a las puertas de la comarca que fuera difusor de técnicas avanzadas de diseño e investigación artística y que atrajera a jóvenes creadores o la investigación sobre la obra de Aurelio Teno y su patrimonio cultural. En 2010, esa Fundación pasó a mejor vida sin haber cumplido los objetivos para los que fue constituida y habiendo dejado atestiguado su paso por la historia pozoalbense en las arcas municipales.

Corporaciones de diferente signo político no han sido capaces de revertir esa situación, y ahora Pedrique queda lejos de ser ese lugar de referencia para acudir y conocer la obra de Aurelio Teno. El Monasterio sigue manteniendo su encanto pero Pozoblanco mantiene la deuda de haber conseguido revertir lo invertido y abrir sus puertas como centro cultural y artístico, es decir, mantiene la deuda con el legado de Aurelio Teno. Ahora, Pedrique es un lugar cerrado, lejos del centro de convenciones también proyectado, pero donde la esencia de Aurelio Teno sigue presente a través de su antiguo taller y con piezas que quedaron inventariadas recientemente. Así lo cuenta el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Pozoblanco, Juan Bautista Escribano, que relata que “fuimos a comprobar qué piezas quedaban y que todo se correspondía con la relación de piezas que tenía el Ayuntamiento». De momento, no hay visos de que esa inacción acumulada durante décadas en torno a Pedrique vaya a variar.

Museo en El Viso 

Pero Aurelio Teno no es solo de Pozoblanco, nada más lejos de la realidad. Nacido en Las Minas del Soldado, su relación con la comarca de Los Pedroches es mucho más amplia y alargada y sí hay municipios que han trabajado en preservar y exponer el legado del artista. Es el caso de El Viso, cuyo Ayuntamiento, inauguró en abril del año pasado el espacio expositivo más importante dedicado a Aurelio Teno ya que cuanta con 232 obras entre esculturas y pinturas. Unas obras que el Consistorio viseño adquirió tras una inversión de 60.000 euros al comprarlas a su hijo, un montante económico por el que adquirió 123 piezas realizadas por el artista -una veintena de esculturas y el resto pinturas-, aunque el acuerdo también contemplaba la donación de doce obras y la cesión temporal de 21 esculturas y 76 pinturas que llevan la firma de Aurelio Teno. Desde el fallecimiento del autor, ese ha sido el movimiento más importante realizado para exponer su obra en la comarca de Los Pedroches, el lugar que lo vio nacer.

Una comarca que recibe a quien llega  por el Puerto Calatraveño con una gran escultura, seña de identidad de Los Pedroches, el refugio de un artista internacional cuya figura y trayectoria no ha sido suficiente para articular el gran proyecto que en torno a su obra se fraguó más en el ideario de algunos que en la realidad. Pedrique se convirtió, así, en un gigante que sirvió de refugio al hombre que reinterpretó El Quijote, pero que no sobrevivió al fallecimiento del alma que le dio vida.