Finalizamos con este capítulo esta tríada que hemos dedicado al Pozoblanco y Los Pedroches de hace cien años analizando el tercer cuatrimestre del año. Como han podido comprobar en el anterior capítulo, y verán en este, disminuyen las noticias de la comarca. Siguen apareciendo, pero su importancia es menor. Aumentan algo las noticias de Pueblonuevo del Terrible (Peñarroya-Pueblonuevo), sobre todo por el tema de las huelgas mineras, pero, por lo que respecta a Los Pedroches, alguna noticia de fiestas religiosas, romerías, ferias y poco más.

En Pozoblanco, la denominada “crisis obrera” sigue estando presente y son muchos los braceros en paro, “unos cien” según nuestro Cronista. Se publican las bases de trabajo que nos ofrecen una panorámica de los sueldos de los trabajadores de nuestra localidad. Así, nos enteramos de lo que cobran “taladores y vareadores de encinas, 5,50 ptas; leñadores y resacadores, 5,25. Para la próxima recolección de la aceituna, “vareadores, 5,00; cogedoras de aceitunas, 3,50; Taladores de olivo (Maestros), 6,00; ayudantes de ídem, 5,75; Quemadores de ramón encargados, veores y acarreadores, 5,35. En cuanto a los denominados “mozos de labranza”, “aperadores o encargados de labranza contratados anualmente a mantenido, 2,75; Temporeros sin manutención, 5,25; Ayudantes, mantenidos, 2,50; Menores de 14 años, mantenidos 2,25; Temporeros mantenidos 3,75. Los mayores de 55 años, libre contratación con el patrono”.

Para que veamos la miseria que cobraba un obrero del campo en aquellos años (y que solo cobraba cuando trabajaba), indicamos ahora el precio de alguno de los productos de primera necesidad en aquella época y que aparecen en el mismo número del 11 de septiembre de 1920. “(…) garbanzos duros, 200 reales fanega; huevos, 3 pesetas docena; carne de hebra, 3 pesetas kilo; pan único 0,72 pesetas kilo; patatas, 13 reales arroba; tocino fresco, 4 ptas. el kilo;  id. añejo, 18 reales kilo; aceite, en los molinos de la sierra, 105 reales arroba; ídem en los despachos de la población, 117 reales arroba”.

También, a comienzos de septiembre, sucede un hecho luctuoso. Se trata del ahogamiento de un niño de diez años en uno de los numerosos “chabarcones” (pequeñas lagunas formadas por el agua de lluvia) que rodeaban la población. Raro era el verano en que no sucedía algún desgraciado suceso de este tipo. Igualmente, la glosopeda, enfermedad de los animales, sobre todo de los de cerda y vacuno, azota los ganados del término, si bien con carácter benigno y “hasta ahora, han sido muy pocas las defunciones”.

Pero vayamos con temas más alegres porque es septiembre y con él, llega la feria de Pozoblanco, que lleva más de 75 años ya en 1920, celebrándose a comienzos del otoño, del 24 al 28 de septiembre. El programa previsto para este comienzo de década es el siguiente: Solemne función religiosa; limosna de pan; iluminaciones eléctricas; dianas, conciertos de bandas; fuegos artificiales y japoneses, con grandes tracas valencianas; elevaciones de globos grotescos; cucañas; cinematógrafo público;  bailes públicos y de sociedad; carreras de cintas en bicicletas; teatros, circos y, el día 27, “Gran corrida de toros de la acreditada ganadería sevillana, en la que actuará como matador el valiente diestro  Ignacio Sánchez Mejías”, aquel cuya muerte, en 1934, inmortalizó Federico García Lorca. Según comenta nuestro semanario, se imprimió un programa de más de 30 páginas. Lástima que no se haya conservado o, al menos, no lo conozcamos nosotros.

Mientras Pozoblanco celebra su feria y prepara la gran corrida de toros para la que “Habrá trenes especiales de Peñarroya, Conquista y Villanueva de Córdoba”, nos enteramos que circulan “una enorme profusión” de billetes falsos por la población. Concretamente “Serie B. Los de 50 pesetas. Serie F. Los de 100 pesetas. Serie B. Los de 50 pesetas desde el número 9.000,000 en adelante”. La “cuestión obrera” sigue sin solucionarse y, además, sucede un desgraciado accidente laboral que cuesta la vida a un obrero vecino de Dos Torres, aplastado por un carro en la dehesa de Carniceras.

Septiembre terminará revuelto. La feria finalizó con Ignacio Sánchez Mejías cortando dos orejas y saliendo a hombros. Pero acabada esta, dio comienzo una huelga obrera que empezaron los trabajadores del campo y que acabó siendo general, al “unirse albañiles, canteros, herreros y carpinteros”. Se intentará que cierren las fábricas de harina y las panaderías, no lográndose en un principio. Los obreros se concentran en varios sitios del pueblo de “manera pacífica” y la Guardia Civil, apostada en las salidas del pueblo, carga en el Paseo de los Llanos contra los trabajadores, produciéndose varias detenciones en la tarde del 30 de septiembre. Según El Cronista del Valle, la huelga ha sido promovida por el gremio de ganaderos y “numerosas fuerzas de la Guardia Civil de caballería e infantería concentrada de los pueblos limítrofes vigilan el Mercado y el centro de la población. Creemos haber exceso de precauciones”.

Entrado el mes de octubre colea todavía el tema de la huelga general que, al parecer, ha sido aplazada. El Cronista se hace eco de las opiniones divergentes al respecto, dejando a su vez clara su postura, lógicamente defendiendo la doctrina social de la Iglesia que representaba el papa León XIII, aunque opinando sin miedo, “Teniendo en cuenta esta doctrina, ¿perciben nuestros obreros un salario justo, remunerador y equitativo? Creemos que más bien reciben un sueldo, lo estrictamente necesario para no morirse de hambre, que no para vivir y menos aún para ahorrar algo”.

Pero, además de la huelga y los incidentes a ella debidos, un suceso es, sin duda, el tema que más dará que hablar a los pozoalbenses en los últimos meses de 1920. Se trata de un crimen cometido el 30 de septiembre y que solo se conocería una semana después, cuando se descubrió el cadáver de la asesinada, María Castilla García. Durante los meses siguientes ocupará, casi todas las semanas, un lugar preferente en las noticias del Cronista y, creemos,  también en los periódicos provinciales.

Hemos investigado al margen de nuestro semanario y hemos encontrado muchos datos relativos a este macabro suceso en el libro Crónica negra de la provincia de Córdoba, editado en 1998. Según este libro, el asesino resultó ser el hermano de la asesinada, de cuarenta y tres años, soltero y, además, vecino de la fallecida en la pozoalbense calle Hilandos1. El motivo, el dinero que al parecer le debía el asesino a su hermana. Una sola reclamación por parte de ella, bastó para desencadenar la tragedia, con la colaboración de la amante del delincuente, ocultando el cadáver en la cámara, debajo de un montón de paja. El arma, un hocino piconero, de esos que aún se utilizan en nuestra sierra para escamujar las ramas de encina y olivo. La investigación fue torpe y lenta. Se interrogaron a todos los vecinos y parientes. Pronto las pruebas fueron abrumadoras en contra del mal hermano que terminó por confesar.

El juicio se celebró tres años después. Soledad, la amante de Lorenzo, que así se llamaba el asesino confeso, fue condenada a siete años de prisión mayor. Para el autor del crimen, pena de muerte.

Mediado el mes de octubre nos encontramos con una buena noticia y es que, de los detenidos en septiembre por la huelga general, una persona es puesta en libertad quince días después. Se trata de la vecina de Pozoblanco, Aurora Valero. Sí, una mujer hace cien años detenida por defender los derechos de las trabajadoras y trabajadores. Según El Cronista, ayudó a su puesta en libertad el exdiputado por la circunscripción de Pozoblanco, Manuel Enríquez Barrios. El mismo que participó en julio en el mitin contra la blasfemia en la plaza de toros y, casualidad, el mismo que fue abogado defensor, tres años después, del asesino de hocino del que hemos hablado en párrafos anteriores.

A todo esto, el Ayuntamiento ha formado una Comisión para intentar mediar ante el Gobernador Civil y poner en libertad al resto de encarcelados por la pasada huelga general, de los que volveremos a hablar todavía antes de finalizar el año. Se inicia una suscripción pública a favor de los detenidos. Hay que resaltar que en esas familias no hay nadie que traiga un jornal a casa al estar encarcelados los cabezas de familia y se pasa hambre, algo que no es inhabitual en España hasta entrados los años 60.

Pero sucedían más cosas en el Pozoblanco de hace cien años. Por ejemplo, había un cruce (que sigue estando en el mismo sitio y con parecidos problemas) que traía de cabeza a los entonces carruajes y hoy vehículos de motor: el cruce de las calles Wilson y Gutiérrez, o lo que es igual, las actuales calle Mayor y José Estévez. Dice nuestro Cronista “Es imposible buscar, no ya en pueblos de 15.000 habitantes, sino en aldeas y villorrios más insignificantes, enlaces tan irregulares y asimétricos de vías tan importantes y céntricas como las que nos ocupan”. Y continúa, “El conductor que no haya aprendido juegos malabares se expone a romperse la crisma, en las cuatro esquinas en cuestión después de entorpecer el paso de los transeúntes por el tiempo que Dios quiera”.

Vamos ahora con una noticia positiva y es que, a pesar de que hemos hablado del mal año para algunos frutos esenciales para la subsistencia de los pozoalbenses como el trigo, la cebada o los garbanzos, y, a pesar de las tormentas veraniegas de granizo que azotaron nuestra sierra, la cosecha de aceitunas se muestra prometedora. Y no solo eso, mucho más, juzguen sino ustedes por la crónica del redactor: “La exuberante y óptima cosecha del año actual ofrece un aspecto hermoso y ubérrimo en extremo. Hace cincuenta años, no se conoce una abundancia de fruto semejante, a la que, en general, muestran hoy los olivos de la sierra de Córdoba. Las lluvias otoñales han contribuido mucho a la buena calidad y tamaño de los frutos”. Pero además, nos adelanta un aforo de la cosecha, “Se calculan en unas 150.000 fanegas de aceitunas las que se recolectarán (…) con una producción de 180.000 arrobas de aceite. Ingresarán en esta población, muy próximamente, cuatro millones y medio de pesetas, por la venta de aquel producto…”.

Un problema habitual en estos años es el estorbo que ocasionaban los carros de ganaderos y agricultores aparcados en las aceras de las calles de Pozoblanco, sobre todo en época de siembra y recolección. Son numerosas las cartas de denuncia que llegan a la redacción del Cronista quejándose de la dificultad de moverse por el casco urbano con estos obstáculos. Quejas en numerosas calles, como la Avenida de la Estación (actual Marcos Redondo), Fuente (San Juan Bosco) o San Antonio. La solución, según unos vecinos que escriben a nuestro semanario, salomónica: “¿Hace falta dinero para buenas obras?, pues aplíquense 15.000 multas y la plata rebosará en la caja”.

Las infraestructuras viarias de la comarca eran un auténtico desastre hace cien años (¿les suena de algo?). La carretera de Pozoblanco a Villaharta, uno de los principales ejes económicos de Pozoblanco, ya que daba acceso a los olivares de la sierra, era un auténtico infierno incluso para las bestias. Los accidentes eran habituales. Como este que nos encontramos a finales de noviembre y que cuesta la vida a otro trabajador, esta vez en el camino de la Gargantilla, donde volcó el carro que cargaba una rueda de molino de granito, cogiendo debajo al conductor, un labrador de 45 años que pereció en el acto. En el semanario apuntan, “Si la carretera de Pozoblanco a Villaharta no se construye, casos como el que hoy lamentamos no han de faltar, los responsables de ellos serán los que debiendo y pudiendo hacer que la carretera se construya, den ocasión para que vuelquen carruajes por caminos destinados solamente al paso de caballerías, por lo escabroso de terreno”. Aviso para navegantes a los políticos provinciales de entonces.

Finalizamos el año 1920 con una excelente noticia que encontramos en el número 565 de nuestro Cronista del Valle que nos informa que, el día 1 de enero, regresaban por fin a Pozoblanco, “procedentes de Córdoba, los sujetos a sumario militar con motivo de los sucesos acaecidos en esta población en la huelga de septiembre. Les ha sido concedida la libertad provisional”. Llegaron a Pozoblanco no sin antes burlar otra oscura treta del destino. Y es que, el 29 de diciembre, un nuevo accidente de ferrocarril, como el ocurrido hacia un año en la misma pendiente de La Balanzona (entre Córdoba y Cerro Muriano), hizo que varios vagones se desengancharan de la máquina principal, teniendo que saltar los pasajeros a toda prisa. En el accidente murió el fogonero de la máquina.

Se salvaron los obreros que acababan de ser puestos en libertad provisional tras la huelga de septiembre que venían a Pozoblanco en ese tren y a los que quiero dedicar estos apuntes de la historia de Pozoblanco: Aurora Valero Villarejo (puesta en libertad antes), Pedro Rojas Jurado, Francisco Cobos García, Domingo Moyano Campos y los hermanos Antonio Díaz Moreno y Manuel Díaz Moreno. La historia de la lucha contra el hambre en Pozoblanco y del movimiento obrero, larga historia que está aún por escribir, le debe mucho al esfuerzo gente como ellos.

 

NOTAS: Todos los datos están sacados del semanario El Cronista del Valle dentro de la hemeroteca de la Biblioteca Virtual de Andalucía.
(1) Puebla Povedano, A, y Cruz Gutiérrez, J. Crónica negra de la provincia de Córdoba. Gráficas Munda. Montilla, 1998.