POR EVA MARÍA MORENO LÓPEZ

 

Es difícil ver una actividad en la que todos trabajen cien por cien por un bien común. El domingo pude verlo en un deporte-juego tan desconocido y difícil como espectacular: el ajedrez. Todo empezó al final del verano, el objetivo claro: ASCENDER A PRIMERA DIVISIÓN ANDALUZA. Para un pueblo como Villanueva de Córdoba y su club «La Jara» todo un reto, más si tenemos en cuenta las poblaciones que aspiran a conseguir el mismo objetivo. Todo ello con un equipo corto de jugadores, pero de nivel, eso sí, a la expectativa de lo que pudieran hacer las dos jóvenes promesas jarotas Javier Sánchez Sánchez y Antonio José Leal en el 4º y 5º tablero (tableros muy importantes).

Pero empiezo hablando de Jesús Arroyo (tablero 2), para mí, «el jefe» de la fase regular. En los momentos en los que había que decir que éramos aspirantes lo dijo, una sola derrota y con posición ganadora, una máquina contra rivales muy fuertes, los que saben de esto (yo poco) le temen. Javier y Antonio José brillaban, buena noticia. En el tablero tres, que también generaba dudas (los equipos grandes ya suelen presentar primeros espadas), se turnaban el fichaje jiennense afincado en Los Pedroches Miguel Ángel Blanca y el jarote Alfonso Moreno. Blanca, con su fama de jugador tranquilo, defendió el tablero con mucha solvencia, muchas tablas sin sufrir que ayudaban a puntuar al equipo. Alfonso regular, por debajo de su juego, planteaba muchas dudas. En el tablero nº 1 Fran Díaz catastrófico, cero en las cuatro primeras rondas, los compañeros atónitos, pero como él mismo decía en tono distendido «tenéis que leer más la Biblia hombres de poca fe, como el Salvador en Las Bodas de Caná -¡todavía no ha llegado mi hora!-«.

Llegó la primera prueba, derrota dura ante La Junta de Córdoba en la penúltima ronda que obligaba a ganar en la última para clasificarse a la promoción. Toca Peñarroya, un club nuevo pero con jugadores conocidos, podía tocar Lucena o Córdoba que era peor. Equipo de gala y se resuelve con solvencia. ¡¡¡PROMOCIÓN!!!.  Rueda el bombo yyyyyyyyy…Club «La Axarquía» de Málaga con sede en Vélez. Peligro. Sobre el papel 50/50 pero en las quinielas aparecemos como perdedores. Primer encuentro en Villanueva. Equipo de gala con Alfonso en el tercero. Ya no hay excusas. Paco Támajon apoya como árbitro. A Jesús le aparece en el segundo tablero un hueso duro de roer, juega muy fuerte pero el rival se defiende con precisión. Alfonso cae rápido en el tercero, malo. Jesús también cae, eso ya es grave. Javier entabla en una buena partida y Fran gana en el primero con buen juego y apretando con el tiempo, respiro y victoria importante ya que en caso de empate los tableros puntúan más cuanto más alto. Leal gana, las promesas se consagran, 2.5 a 2.5, espadas en lo alto, nervios y gran lucha. Queda la vuelta.

Jugamos al día siguiente a las tres, esta vez contamos con Blanca que madruga, le gusta llegar temprano y hacer la digestión. Los jarotes también llegan pronto. Jesús y Fran se retrasan, llueve mucho y sucumben a los encantos del pescaito fresco de la costa. Pero a las tres todos allí. Se mastica la tensión. «¡Pulsan negras!» y ahora sí, ¡ES LA HORA DE LA VERDAD!. Blanca, se porta, entabla rápido y «sin dificultades» con el rival que Alfonso perdió. Jesús sufre, malas noticias, pero aguanta con recursos sabedor de lo que nos jugamos. Javier gana con brillantez, no le tiembla el pulso a la hora de rematar, ¡bien!. Leal resiste en posición de tablas «seguras». Empiezan las especulaciones. Paco Tamajón ponía al tanto de los posibles desempates vía whatsapp. ¡Difícil, pero podría haber incluso desempate a rápidas!. Si Jesús perdía y Leal empataba se decide todo en el primero en el que Fran tantea con el ojo mirando al resto. ¡Cae Leal!, ¡inesperado jarro de agua fría casi congelada! Viendo la posición y como estaba jugando nadie lo esperaba. Parece que todo se va al traste. Justo en ese momento el rival de Jesús comete una mínima imprecisión que le da al nuestro la posibilidad de igualar y luchar por unas tablas muy difíciles. Unas tablas en el segundo abrirían de nuevo las posibilidades ya que Fran parecía entablar en el 1º. Pero apretado por el tiempo, tras un gran esfuerzo y con el mazazo del 5º, Jesús no la ve y también cae. Fin de las especulaciones. Consultan a Tamajón que informa que increíblemente si ganamos en el primero ganaríamos el desempate 15 a 14. La suerte está echada, el esfuerzo de todos durante toda una temporada se concentra en el tablero nº1.

En plan Nostradamus a Fran le ¡había llegado su hora!. Yo recordaba el análisis que nos había hecho de su rival a Jesús y a mí por el camino. «Peca de seguridad, juega muy bien, pero solamente me atacará con todo si lo ve muy muy claro». -¿Y qué pasa si lo ve? decía yo. -«No lo verá, para cuando tenga esa oportunidad tendrá poco tiempo en el reloj y no podrá calcular con seguridad todas las variantes, lo noté en la partida anterior». – «Pero si se da cuenta evitará los apuros de tiempo antes, ¿no?» le dijo Jesús. «Le será difícil, nadie puede escapar a su forma de ser, creo que incluso si lo intenta podrá cometer un error antes, y estaré atento». No cometió el error pero como intuía Fran y tras un vaivén de jugadas templadas que iban mermando el tiempo de ambos, llegaron a los «temidos» apuros de tiempo. Treinta segundos por jugada. Pero, ¿cómo romper una posición de tablas en la que el que rompe primero pierde?. Como a la postre diría el nuestro, «corriendo riesgos controlados». Fran prepara el gran asalto descuidando su defensa en los puntos donde sabe que a su rival le costará más lanzarse, no en las variantes mejores, sino en las más complejas teniendo en cuenta la actitud del rival. Como había dicho, el rival es seguro, le valen las tablas, y Fran sabe que lo sabe. En la aparente calma preparatoria, de repente ¡ZAS! sacrificio de pieza y todo estalla, un puñado de peones desaparecerán del tablero por la pieza entregada. En la mano del rival se ve un pequeño temblor a la hora de anotar la jugada, la posición se complica, mejor dicho, la complican. Fran se retuerce en la silla y hace gestos sutiles de nerviosismo, pero los que le conocen saben que ahora está como pez en el agua, es más, ahora se comprende, increíblemente parece que toda esa tensión se traslada al rival. Puede que Fran esté peor, pero si sale de los primeros embites (al final sale) los peones de más a ambos lados harán difíciles los análisis. Fran vuelve a trazar el perfil del rival, «con poco tiempo, los peones a ambos lados le perjudican en sus cálculos e intentará liquidar los de un flanco para luego entregar su pieza de más por los del otro, con tablas, ¡es lo más seguro!».

Así fue. En segundos el rival tomó dos y se precipitaba a por el tercero del flanco de rey. Llegó el momento, se abría la oportunidad de capturar el tercer peón. Fran hace un movimiento «precipitado» y tosco en el otro flanco que parece decir «ya que vas a comerte ese, yo correré con los otros a ver si llegan a la coronación», pero todo estaba pensado, lo hizo en milésimas para no dar tiempo a ver la clave y al jugar mira sutilmente el reloj como diciendo «todavía queda posición y voy a apretarte con el tiempo». Fran nota el murmullo en la sala de los que ya han visto la «celada» (con distancia todo se ve mejor). El rival mira el tablero, vuelve a mirar el reloj con impaciencia y ¡¡¡toma el peón!!!, todo se ha acabado, la torre del otro flanco se desliza por el tablero y da un jaque «inesperado» que ayudada por el rey acaba con la pieza agresora. Como él suele decir «el ajedrez es como la vida, está llena de trampas y de gente deseando de caer en ellas». Y así es como yo viví, con lo que vi y con lo que me explicaban, el TORNEO en el que se sumaron LAS COSAS BUENAS DE CADA UNO. La solvencia de Blanca (y el apoyo de su mujer en los largos viajes), el entusiasmo y buen hacer de Javier y Antonio José, el talento y los análisis caseros de Jesús, la experiencia de Fran Díaz, el apoyo del los componentes del equipo B y del resto de club, la implicación de los padres de Javier y de Antonio José, Paco el eterno árbitro…y todos los que se me olvidan, como Alfonso, al que es difícil encontrarle algo bueno, no porque no lo tenga, sino porque es difícil resaltar algo bueno entre tantas cosas buenas. Es como el ajedrez, no sabes que tiene pero al que lo conoce lo hace feliz. Sin él nada de esto sería posible. A todos, incluido al Club “la Axarquía” por su deportividad ¡¡¡ENHORABUENA!!!.