Cinco menos cuarto de la tarde. El colegio Salesiano de Pozoblanco se convierte en el epicentro del Domingo de Ramos. De puertas para fuera llueve, unas gotas que provocan que hebreas, «borriquitos», curiosos y devotos tarden en aparecer en escena. La Agrupación Musical Ntra. Sra. de las Angustias de Alcalá la Real, mientras tanto, recoge a la presidenta de la Cofradía, Ángela Linares, en su domicilio. A pesar de esa incipiente lluvia se respira optimismo entre los que ya se encuentran en el pórtico y patio. Algunos de los integrantes de la Banda de Cornetas y Tambores del Colegio Salesiano, los más pequeños, se mantienen al margen y lejos de las previsiones meteorológicas. Cerca de ellos, los teléfonos no dejan de funcionar, no hay quien no consulte la previsión en Internet para luego mirar al cielo. Tregua.

El ajetreo es un denominador común entre todos los presentes, cada uno ejerciendo su papel. Cuando se acercan las cinco de la tarde los costaleros finalizan de colocarse el «traje de faena», se ayudan entre ellos, hay que colocar bien el fajín, el costal, las protecciones, hay que prepararse. Los nervios se cuelan entre los que hoy realizarán su primera estación penitencial. Hasta allí le han llevado diversos motivos que viajan desde la iniciativa personal hasta los que se convierten en costaleros porque «nos convencieron en el colegio y aquí estamos». Antes de enfundarse el costal todos ellos nos dejan claro que volverán porque «la experiencia ha valido la pena, se han portado muy bien y esta cuadrilla es como una familia». «A mí me ha ayudado a retomar mi fe, acercarme más a ella», nos cuenta otro costalero.

Hables con quien hables todas las miradas se dirigen a la nueva imagen de «La Borriquita»

Lo supervisa todo su capataz, José Martín Calero. Pronto escucharán sus indicaciones, sus palabras de aliento y a él también le sacuden los nervios porque son «inmensas» las ganas de salir a la calle. «Ha sido un año complicado, con una nueva imagen y nuevo paso y hemos tenido que aprender otra manera de caminar, pero esta cuadrilla es muy grande y hoy todo va a salir bien», relata. Hables con quien hables todas las miradas se dirigen a la nueva imagen de «La Borriquita» que saldrá a la calle ataviada con la túnica que ha aportado la Agrupación de Cofradías. Carlos Bravo y Teresa Iglesias han sido los encargados de «vestir» a la imagen, los camareros, y el «orgullo» que sienten ante ese encargo se nota porque «es un privilegio poder haber desempeñado esta labor».

Se acerca la hora de la salida. El presidente de la Agrupación de Cofradías, Isaías Plazuelo, se acerca también hasta Los Salesianos y contempla la estampa, queda poco para el primer desfile procesional. Hablamos con él de su posición, la de presidente que cumple mandato pero nos afirma que «viviré esta Semana Santa como otra cualquiera porque no se trata de tener un cargo. Han sido cuatro años y después se abrirá un proceso electoral y vendrá otro que lo hará mejor que yo porque hay nuevas ideas». Le preguntamos por la imagen que en breve saldrá a la calle y nos resalta su «belleza».

 No hay punto del recorrido donde no se aglutine el público

La expectación es máxima. El alboroto procedente de la calle se hace presente en el interior del templo. Alguna que otra nube obliga a una nueva reunión para consultar de nuevo las previsiones meteorológicas. Se dan cinco minutos de espera que se alargan hasta los quince. A las seis de la tarde, Ángela Linares confirma que habrá estación de penitencia y los presentes rompen en aplausos. Abrazos entre costaleros, que se colocan debajo del paso, sonrisas entre los más pequeños y alguna que otra lágrima. Las puertas se abren y «La Borriquita» ya es de los ciudadanos de Pozoblanco que la viven y disfrutan en todas su calles, no hay punto del recorrido donde no se aglutine el público -a excepción de unas despobladas sillas en la Carrera Oficial-. La amenaza de lluvia hace que se consulte ante una posible entrada en Santa Catalina, pero hoy no toca. Los entendidos dicen que hoy ha sido un día histórico ante el estreno de la nueva imagen de «La Borriquita» y ante tal situación nadie se podía interponer. A la entrada al templo se repiten los abrazos, también las lágrimas y las sonrisas. Se ha podido procesionar y el trabajo de un año ha valido la pena.