La riqueza de cualquier pueblo se encuentra anclada en su patrimonio, sea este de la índole que sea, y son numerosas las personas que se empeñan en que el que no es tangible ni visible permanezca inalterable, o al menos, forme parte de la identidad colectiva. Dieciséis años lleva el municipio de Villanueva de Córdoba reeditando, para recuerdo propio y para apertura de sus formas y tradiciones a ajenos, cada uno de los pasos que implica la matanza del cerdo ibérico. A pesar de que el paso del tiempo ha permitido mejorar y agilizar algunos proceso, la Plaza de España revivió ayer el ritual que aún se conserva en muchas familias y que finaliza con una despensa llena cuyas provisiones aguantan de manera estudiada de año a año. 

Con un carácter muy didáctico, las miles de personas que asistieron a la cita pudieron conocer tanto el despiece del cerdo como el aliño que corresponde a cada una de las carnes. La voz cantante la llevó Francisca Ranchal, mantencera mayor de este año, un nombramiento muy emotivo ya que su madre se convirtió hace dieciséis años en la primera matancera de mayor de esta particular fiesta. Hasta seis personas se pusieron al frente de la tarea del despiece y posteriormente Francisca Ranchal explicó de manera pormenorizada la elaboración de un manjar como la morcilla, señalando las complicaciones que atañe algo que fue refrendado por las manos anónimas que año tras año elaboran este producto. 

En un entorno único como lo es la Plaza de España, los asistentes, llegados desde numerosas provincias, se acercaron a cada uno de los procesos narrados y como no podía ser de otra forma a la posterior degustación de molondroso, nombre que recibe la masa de morcilla en Villanueva de Córdoba y que cambia según el municipio, ya que el arte de la matanza es tan antiguo como dispar y único dependiendo de lugares y elaboradores. Eso sí, esta vez el frío que se busca para que las piezas curen no estuvo presente porque desde hace algunos días las temperaturas primaverales rondan ya Los Pedroches. No viene bien eso para el proceso, pero sí para el disfrute de una cita en la que participaron una treintena de empresas y que también mostró lo mejor de la artesanía local. 

Y como de recuperar patrimonio se trata, la fiesta gastronómica estuvo aderezada con actividades enfocadas a dar a conocer lugares destacados del municipio como el Refugio de la Guerra Civil o la Iglesia de San Miguel, y también con las relacionadas con la cultura y el folklore que llegaron de la mano del grupo de folk Jara y Granito, aunque también se escucharan jotas y el flamenco de Antonio de Pozoblanco y María Calero.