La guerra de las cifras es histórica y consustancial a muchos procesos de la sociedad civil y también de la política. La guerra alcanza cotas inimaginables y desconcertantes, por ejemplo, cuando se centra en las cifras que aluden a las personas que secundan cualquier manifestación estableciéndose una diferencia de vértigo entre la cifra oficial y la de la organización. La guerra de los guarismos y los datos también aparece en la interpretación de los mismos porque, para qué engañarnos, cada uno tiende a arrimar el ascua a su sardina, como bien dice el refranero español. Esa guerra muchas veces nos sitúa en la dicotomía entre lo que está pasando y lo que nos gustaría que pasara.

Y en mi opinión eso es lo que le ha pasado al equipo de gobierno con los resultados obtenidos en la encuesta planteada sobre la intervención futura en el Mercado de Abastos. Con los resultados en la mano han vendido, o lo han intentado, una verdad que está lejos de ajustarse a la realidad. Desde el equipo de gobierno, a través de una nota de prensa, se nos decía que «aunque la encuesta no se planteaba como un hecho vinculante, el resultado es lo suficientemente amplio como para tenerlo en cuenta a la hora de tomar la decisión final«.

Pongamos los datos sobre la mesa, los datos objetivos. 806 votos emitidos, de los que 122 han sido nulos por lo que 684 se convierte en válidos. De esos 684, 275 han sido para optar por la opción 1 (eliminación de la protección del edificio) y 409 para la 2 (el 3 en 1: mercado, plaza y aparcamientos). Y ahora pongamos las declaraciones frente a los datos, ¿cuadran? La respuesta es no. Si el equipo de gobierno se refiere a que el resultado es suficientemente amplio solo hay que mirar que entre una opción y otra hay 134 votos de diferencia, ¿eso es amplitud? Vamos a cotejar este dato con otro.

«173 votos de un censo de 13.838 separan a los tres principales grupos votados en las elecciones, lo que demuestra la igualdad existente en cuanto a intencionalidad por parte de la población de quienes deben gobernar Pozoblanco los próximos 4 años» (extracto del acuerdo Pe+ y PP). Teniendo en cuenta las variaciones circunstanciales, en una situación 134 es amplitud y en otra 173 demuestran igualdad. Curioso.

Se podría barajar también la posibilidad de que el equipo de gobierno hiciera referencia, en ese primer y nada pausado primer análisis, al respaldo de los participantes en la encuesta, pero esto sería ya entrar en el terreno de la ciencia ficción. Tomando como referencia el censo electoral del 26 de junio, algo que no tendría que ser válido porque nada se dijo de los límites de edad, en Pozoblanco podrían haber participado en la encuesta 13.697 y lo hacen 822 ciudadanos, es decir, un 6 por ciento del electorado. ¿Resultado suficientemente amplio?

Anclarse en el triunfalismo permanente, en la autocomplacencia y dejar a un lado la autocrítica es altamente peligroso en cualquier faceta de la vida, más aún si hablamos de política. Uno puede estar cerca de morir de éxito. Con todos los datos caben, por tanto, dos lecturas. O a los ciudadanos de Pozoblanco no les importa mucho la remodelación del Mercado de Abastos, más allá de las discusiones de taberna y redes sociales, o los mecanismos para la encuesta no han sido lo más apropiados e idóneos para fomentar la participación. Algo que sustentaría la variación en la explicación de la misma: al principio era solo online, después se facilitaría el proceso a personas que no pudieran acceder al mismo y al final se han recontado hasta votos presenciales.

No obstante, cualquiera de esas dos lecturas es posible, todas menos, a mi juicio, decir que los ciudadanos respaldan, se decantan o prefieren una opción frente a la otra, simplemente porque la encuesta ha adolecido de la participación necesaria para elevarla a significativa. Por mucho que se intente hacer lo blanco negro hay datos que se escapan a cualquier lectura partidista porque hablan por sí mismos y su interpretación sesgada invita a pensar que tan sólo se quería cumplir un trámite.