“Moza tan fermosa non vi en la frontera, como una vaquera de la finojosa”. Ese es el comienzo que da inicio a “La Vaquera de la Finojosa”, la obra de teatro popular que busca en los versos de la serranilla del Marqués de Santillana el sustento de un libreto que cada cuatro años recibe el aporte del director a la que se le encomiende tan noble y compleja tarea. “Faziendo la vía del Calatraveño a Santa María” continúa la serranilla que se detiene frente a la imponente Catedral de la Sierra, el enclave que sirve de inspiración para que esta obra, que se estrenó ayer en Hinojosa del Duque, adquiera otra dimensión. Porque lo que no varía año tras año es la majestuosidad de una plaza que obnubila al espectador desde el minuto uno y que encuentra en la música y en el vestuario el mejor cómplice para dejarse llevar.

Dice el director de la que es la séptima edición de esta obra de teatro del pueblo, José Caballero, que “La Vaquera” llegó para quedarse. Y lo dice alguien que no es nuevo en estas lides puesto que acumula con esta tres ediciones en el lugar de la dirección. Quizás ese conocimiento de una obra que no renuncia a poner de manifiesto las costumbres, las formas, los oficios o el habla de todo un pueblo le hayan llevado a reescribir un libreto que ayer ofreció por primera vez a los hinojoseños.

José Caballero presenta a una Vaquera construida para amar y también para ser amada, aunque en esta edición el peso de esa historia de amor parezca diluirse con el que adquieren otros personajes como Álvaro de Luna o Diego de Burgos. Sin embargo, es la vaquera la protagonista y a ella se le achacan los mayores cambios no renunciando a conseguir asemejarla con un personaje que pueda empatizar de forma más clara con el público actual. Es decir, no estamos ante una Catalina sumisa y que baje la cabeza, sino ante una mujer decidida, que planta cara a la maledicencia y lucha por aquello que quiere.

Y así, entre la historia de ese amor navega una representación que revive la diferencia entre clases sociales, que afecta y golpea de lleno a los protagonistas, a Catalina y a Íñigo López de Mendoza. Ese transcurrir nace con un proemio protagonizado por tres personajes cómicos –Don Téllez, Jimena y Antonino- que presentan al espectador lo que durante dos horas van a poder disfrutar. Lo hacen en un escenario que este año aprovecha al máximo el potencial de la Catedral de la Sierra, casi dejándole en exclusividad el protagonismo, y optando por muchos menos elementos y algo más de distancia con el público.

Acompaña de una manera más que destacada a la parte argumental la música de Miguel Cerro, compositor y director de la banda sonora de “La Vaquera de la Finojosa”, que es parte imprescindible de la obra y que adquiere un protagonismo incuestionable de la mano de los músicos de la Tuna Cultural hinojoseña. La música encuentra la mejor fusión en las coreografías preparadas para la ocasión con los bailes de los mozos y mozas o las jotas. Ambos elementos reposan en un vestuario que firma Francisco Tamaral y que vuelve a encandilar por su colorido, porque embellece a los pies de la catedral y porque gana con una excelente iluminación.

Elementos que arropan a una “Vaquera” que ayer se vistió de largo, que recibió la ovación del público, incluida la consejera de Educación, Sonia Gayas, y que espera seguir cosechando éxitos hasta el domingo 5 de agosto, último día de representación.