El Convento de Santa Clara de la Columna es una parada casi obligatoria si uno visita Belalcázar por ser uno de los monasterios más importantes de la provincia y por su valor patrimonial. En su interior siguen habitando las hermanas clarisas, motivo que provoca que muchos realicen esta parada para hacerse también con los famosos dulces que se elaboran en el convento. Y aunque la vida sigue, el coronavirus también ha cambiado la forma de vida de las diez hermanas que hoy en día habitan en el convento de Santa Clara de la Columna. 

Hablamos con Sor Isabel que nos indica que «en otras circunstancias os hubiera recibido en otro lugar, pero por seguridad no podemos hacerlo». La entrevista se produce con un torno de por medio, sin que haya posibilidad de comunicación visual, pero la voz de Sor Isabel deja claro que la preocupación en el convento es la misma que vive la sociedad. «Estamos muy preocupadas y también afectadas por todo lo que está pasando, primero por el dolor de las familias y luego por las personas mayores que lo están sufriendo y el desenlace que están teniendo», apunta. 

Una preocupación que aumenta cuando hablamos de la situación por la que atraviesa la residencia de Belalcázar y por lo que implica esta crisis para muchas personas porque «sabemos que tendrá y tiene unas consecuencias bastante negativas, especialmente para las personas que no tienen suficientes ingresos». La vida en el convento no es ajena a lo que ocurre fuera del mismo y desde que el coronavirus paralizó el país también se vive de manera algo diferente en el convento de Santa Clara de la Columna. 

«Ahora rezamos mucho más, antes había tiempo que dedicábamos a la lectura, a la formación, ahora dedicamos más tiempo a la oración y también a estar más informadas, lo pasamos muy mal cuando vemos el telediario y no vemos ninguna noticia positiva. Ahora es necesario sufrir con la gente», afirma Sor Isabel. Algo que también ha variado en la vida de estas diez religiosas es que ahora no elaboran sus famosos dulces, pero se han sumado a la fabricación de mascarillas para abastecer a la población. Con el material recibido desde Córdoba se han sumado, junto a otros conventos, a la elaboración de un elemento del que ya se recomienda su uso en nuestra vida diaria. Y aunque hay ganas de volver a hornear los dulces, queda la sensación de poder ayudar a gente a través de este trabajo. 

Sor Isabel cuenta también que «no tenemos ninguna hermana afectada» y que la organización para comprar lo que necesitan les lleva a «salir una vez a la semana, especialmente para comprar las medicinas que necesitamos, y por supuesto siguiendo todas las recomendaciones que nos dicen, el uso de mascarillas, de guantes. Aquí dentro también tenemos mucho cuidado con la higiene, seguimos las pautas que el resto de las personas». También como anhela la sociedad, las clarisas de Belalcázar esperan la vuelta a la normalidad, la gente a sus trabajos y ellas a volver a ofrecer sus dulces, a recibir huevos para espantar la lluvia en fechas señaladas y el convento a seguir ofreciendo su incuestionable patrimonio al mundo.