«Al finalizar el último ensayo os dije que es un placer trabajar con gente tan comprometida y tan seria, después de hoy no sé qué decir». Estas palabras fueron las escogidas por el capataz de Ntro. Padre Jesús del Silencio Amarrado a la Columna, Ángel García, para finalizar la estación de penitencia y dirigirse a sus costaleros, que permanecen en la trabajadera. El silencio que reina en el interior de la ermita de San Gregorio tan solo es roto por el sonido de los abrazos y los besos. Y por el último esfuerzo del que dejan constancia los costaleros y costaleros de María Santísima de la Salud, un quejido que se escucha en toda la ermita y que despierta el aplauso de sus compañeros.

los costaleros hincan sus rodillas en el suelo, cuando el esfuerzo casi sobrepasa los límites

Las palabras elegidas por el capataz para dar por concluido el trabajo no son menos emocionantes que las pronunciadas al inicio de la procesión. A segundos para que las muchas personas que se agolpan en las inmediaciones de la ermita puedan disfrutar del Lunes Santo en su plenitud, los costaleros escuchan un «va por él» contenido y con palabras que quedan casi eclipsadas por la emoción. En la mente de todos está Paco Dueñas, miembro de la cuadrilla de costaleros en años anteriores y que ahora se recupera de un problema de salud. Comienza la emoción.

Una sensación que se prolonga durante toda la salida del Cristo, cuando los costaleros hincan sus rodillas en el suelo, cuando el esfuerzo casi sobrepasa los límites. Dentro -de uno mismo- y fuera está la recompensa porque hay gente a rabiar. «Llevamos aquí desde las ocho menos cuarto, nos gusta esta procesión y no nos importa esperar todo el tiempo que haga falta», son las palabras de quienes tienen un lugar inmejorable para ver los primeros pasos de la estación de penitencia. Y para escucharla. «La Semana Santa tiene mucho de espectáculo» dice un ciudadano y razón le sobra. El «espectáculo» del paso del Cristo amarrado a la columna lo completa la Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva de Ciudad Real, un acompañamiento que consigue poner el vello de punta, erizar la piel.

Llega el turno de ella, de María Santísima de la Salud. Silencio y Salud, Salud y Silencio. «No te olvides del acompañamiento musical de la Virgen, de su elegancia y su finura», cuenta un costalero refiriéndose a la Banda de Música Santa Cecilia de Pedroche. Para dejar atrás el templo el mismo esfuerzo, la misma emoción. Llega la hora de enfilar un recorrido que a tramos se «hace largo» pero que en cada rincón «tiene algo de especial». Salvo momentos muy puntuales, la comitiva no se encuentra con la soledad y en otros el acompañamiento es más que destacable.

«Me ha impresionado el paso por el Risquillo, cada escalón que subían pensaba que ya no podía haber otro», relata alguien que ve la procesión por primera vez en esta localización. Parece casi el único. La Costanilla del Risquillo vuelve a ser el epicentro de muchos de los devotos y curiosos del Lunes Santo. No queda un resquicio por donde «colarse» para vivir uno de los momentos más especiales de la Semana Santa pozoalbense (ver video) «No me gustan los aplausos, creo que están fuera de lugar», nos cuenta otro ciudadano. Pero quién se resiste a aplaudir esa subida, ese esfuerzo. Es una parte de recompensa, de reconocimiento. (ver vídeo)

esta es una cofradía valiente y este año no iba a ser menos

A estas alturas nadie se acuerda de los primeros momentos de incertidumbre, cuando no se sabía si la lluvia iba a interrumpir los planes de muchos. Pero esta es una cofradía valiente y este año no iba a ser menos. Las previsiones apuntaban algo de lluvia a las nueve, un porcentaje bajo que no iba a amedrentar a quienes ya habían ideado una estación de penitencia que finalizó con ambas imágenes reunidas en una ermita que las esperaba, bajo la atenta mirada de costaleros, nazarenos, miembros de la Junta de Gobierno, fieles y ciudadanos que no se resistieron a la emoción. Y van ya veintinueve años.