A veces ocurre que en lugares insospechados la pasión de unos cuantos consigue derribar muros hasta crear algo colectivo. Pozoblanco no es cuna del flamenco, ni está, geográficamente hablando, cerca de los grandes núcleos donde esta tipología artística encuentra sus raíces. No lo estaba, al menos, hace cincuenta años cuando la tecnología no era capaz de salvar esas distancias, y no hablamos solo de la separación geográfica. En mayo de 1975, hace medio siglo, el Gobierno Civil de Córdoba resolvió favorablemente la inscripción de la Peña Flamenca ‘Agustín Fernández’ de Pozoblanco en el registro provincial de asociaciones, una resolución con la que veía luz la pretensión iniciada un año antes y que estuvo encabezada por Alfonso Cabrera, amante del flamenco y primer presidente de la Peña.

No fue empresa fácil arrancar la andadura en un contexto político marcado por la dictadura franquista y su falta de libertad, entre otras cuestiones, para la concentración. Hubo que pedir los permisos pertinentes para la primera Asamblea General, pero los socios fundadores tenían muy claro su objetivo y no cesaron en el empeño. Los estatutos de la Peña que este año cumple medio siglo de historia dejaban claro que los fines perseguidos estaban suscritos a exaltar el folklore andaluz en toda su amplitud. Y dejaban otro detalle, en caso de disolución de la peña los fondos serían donados al Hospital de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la localidad.

No hubo duda tampoco en el nombre porque Agustín Fernández se encontraba en su máximo apogeo gracias al concurso televisivo ‘La Gran Ocasión’ y sus vinculaciones con Pozoblanco hicieron el resto. Cabe destacar que por aquel entonces, se acordó que el número máximo de socios fuera de cincuenta, en la actualidad, ese número se triplica, y que cada uno aportaría cincuenta pesetas mensuales en concepto de cuota. Y así se echó a rodar. 

El primer recital de Cante Jondo no tardó en llegar, en julio de 1975, en el ya desaparecido Cine Moderno, y con Agustín Fernández, El Lebrijano, Luis de Córdoba y El Chaparro como figuras del cante acompañadas a la guitarra por Pedro Peña y Juan ‘El Tomate’. La Peña entabló conversaciones con Jesús Antonio Pulpón para conseguir el caché y la contratación de los artistas. Del Cine Moderno se pasó al Cine Avenida, para luego volver, pero lejos del escenario elegido los carteles de los recitales fueron ganando enteros mientras la vida de la Peña seguía su curso, ampliando su presencia en el municipio y renovando sus cargos.

Tres años después de su constitución, la Peña consigue cerrar un cartel de lujo donde sobresale un nombre, el de Camarón de la Isla, que aunque aún no estaba en la cima de su carrera ya dejó constancia de su capacidad de aglutinar a los amantes del flamenco. Luego, en 1983 el artista faltó a la cita por enfermedad, el año en el que Radio Cadena de RTVE iba a retransmitir en directo el Festival de Cante Jondo.

La historia de la Peña está llena de nombres, pero también de lugares y de actividades. En 1997, la asociación consiguió el impulso que necesitaba, encontrar una sede que dejara a un lado el carácter itinerante de sus reuniones. El bar Trébol acogió la actividad de este colectivo desde 1975 a 1982, para luego pasar dos años en el Centro Social de la Convivencia y estar tres en la calle Fernández Franco. De 1988 a 1997 estuvieron en dos edificios municipales ubicados en la calle San Cayetano, hasta que en 1997 y con Serafín Pedraza como concejal de Cultura se consiguió que el Ayuntamiento cediera la Casa del Pozo Viejo tras la remodelación de la misma. Desde entonces, en ese inmueble se respira flamenco.

Ciclo ‘Viernes Flamencos’

La vida de la Peña siguió siendo fiel a sus principios, incorporando iniciativas que permitieran responder a su vocación de exaltar el folklore andaluz y a los recitales ya mencionados se sumaron otras actividades como las noches flamencas o uno de los grandes tesoros de la Peña, su escuela ‘Agustín Fernández’. Fue en 1991 cuando nació bajo la dirección de Pedro García Vacas, al que sucedió en el cargo Juan Cruz, sumándose a la nómina de directores Ángel Mata y Rafael Trenas. Una escuela que llegó a germinar formando su propio grupo, ya desaparecido, pero que sigue dando espacio a sus alumnos. 

Rafael Trenas y Bartolomé López 'El Arenales'

Rafael Trenas y Bartolomé López ‘El Arenales’

El ciclo de los Viernes Flamenco, que arrancó en 1994, completa los ejes fundamentales sobre los que ha pivotado la peña pozoalbense. Un ciclo que perdura, que consigue que el flamenco siga latiendo, que abre su espacio a nombres de renombre, pero también a los más cercanos. Un ciclo que cada año espera su cartel, casi siempre visibles artísticamente de la mano del polifacético artista local Antonio Arévalo, que llena de embrujo la Casa del Pozo Viejo, que parece haber sido reformada para esos momentos.

Ahí han sonado las voces también de artistas locales como Bartolomé López ‘El Arenales’, Antonio de Pozoblanco o Pili Acaíñas, la primera mujer presidenta de la Peña. Son algunos nombres, aunque la lista sería mucho más extensa, en el plano artístico y fuera del foco. La forman todos aquellos que han permitido que la Peña Flamenca cumpla cincuenta años en un estado de forma envidiable.