Ayer Sevilla se tiñó de color, el que le dieron los miles de corredores que afrontaron la Maratón de la ciudad hispalense. Entre el grupo hubo presencia de corredores de la comarca de Los Pedroches como el pozoalbense Ángel Muñoz, que finalizó en el puesto 59 con un tiempo de 2 horas y 32 minutos en la que era su primera participación en la prueba de Maratón. Como reconocimiento al esfuerzo de todos esos corredores hoy les dejamos el artículo que publicamos en la revista Hoyaldía del mes de diciembre. Una historia que podría haber sido otra, pero nosotros elegimos esta, por ser una historia de mujeres, de esfuerzo y de lo colectivo por encima de lo individual. Después de meses de trabajo, las protagonistas de aquel reportaje consiguieron su meta al cruzar otra.

 

“Nenikhamen” 

42.195 metros separan la línea de salida de la de meta en cualquier maratón. Una prueba olímpica que tiene su origen en Filípides, un mensajero griego. Cuenta la leyenda que tuvo que recorrer desde la polis de Maratón hasta la de Atenas para anunciar el triunfo de su ejército frente a los persas en la Batalla de Maratón (490 a.C.).  El desgate físico y mental provocó, según la leyenda, que Filípides se desplomara y muriera poco después de gritar: “nenikhamen”, que significa “hemos vencido”.

La prueba se incluyó en los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896 donde los organizadores pensaron en una prueba para conmemorar la gloria de la Grecia antigua por lo que la leyenda de Filípides marcó la historia de una prueba cuyo primer ganador corrió 40 kilómetros y fue el griego Spyridon Louis. No fue hasta los Juegos Olímpicos de Londres de 1908 cuando se estableció la distancia de 42.195 metros, oficial hasta la fecha.

A pesar de ser una de las pruebas más duras del atletismo, el maratón se ha popularizado de la mano del ‘running’ y son muchos los corredores profesionales y no profesionales que se suman a las organizadas por todo el mundo. El 25 de febrero en Sevilla esa amplísima lista se verá engrosada y las pozoalbenses María García Cano, Gabriela Sánchez, Begoña García, Leonor Navas y Salomé Moreno podrán sumarse a todos esos corredores que al menos una vez en su vida han cubierto los míticos 42.195 metros. Nos acercamos desde estas páginas a la historia de estas cinco mujeres que desde agosto se imaginan cruzando la línea de meta con el Estadio Olímpico de testigo.

“No somos las únicas ni las primeras”, dejan claro desde un principio las cinco casi al unísono y lo repiten de manera continuada a lo largo de toda la conversación. Rehúyen del protagonismo. Pero la suya es una historia que merece la pena ser contada, probablemente como tantas otras, porque excede los límites del deporte y la afición para adentrarse en el terreno de la amistad, de las relaciones personales, de los lazos que se pueden crear entre personas que aparentemente no comparten nada y que se unen por un hobby en común. maraton

Para contextualizar esta historia hay que remontarse tres años atrás y mirar al curso de iniciación organizado por el Club Maratón, ahí empezó todo. Esos domingos se convirtieron en imprescindibles y permitieron que personas que “tan sólo nos conocíamos de vista” forjaran una amistad que ha ido creciendo a ritmo de pruebas, de kilómetros y medias maratones. El pertenecer al club les permite tener un contacto asiduo con ‘runners’ que ya han experimentado la sensación de completar los 42 kilómetros y esa idea cala en María que la exterioriza a su compañera Begoña. El grupo de ‘Las locas del Maratón’, como ellas mismas se llaman, ya ha empezado a rodar y Gabri, Leo y Salomé se unen.

Se miran y se dicen: “¿Una maratón? ¿Y si lo intentamos?”. No hace falta más. Bueno sí, muchas ganas y mucha fuerza de voluntad. Planifican la elección de la maratón y la fecha para controlar los tiempos de entrenamientos. Ahí aparece Sevilla y en agosto empiezan las sesiones bajo la dirección de José García, profesional al que acuden para realizar una preparación adecuada porque “lo queremos hacer bien, no es cualquier cosa, nos hemos hecho una revisión médica y llevamos un control determinado para prevenir lesiones y estas cuestiones”, explican. Serán seis meses de entrenamientos, series, gimnasia, yoga, abdominales, de mejorar su técnica…

De lo individual a lo colectivo

Ante una experiencia desconocida es inevitable hablar con alguien que puede aportar algún conocimiento previo pero por mucho que cuenten lo cierto es que hay un componente que hace esta historia diferente, María, Gabriela, Leonor, Salomé y Begoña están haciendo de un deporte individual uno colectivo, su idea no es realizar la preparación de manera conjunta y el 25 de febrero que cada una pruebe su límite. No. Su objetivo es recorrer los 42 kilómetros juntas, apoyándose mutuamente y volviendo a juntar las manos para cruzar la línea de meta.

De ahí que estos meses de duros entrenamientos están siendo enormemente satisfactorios. Sufren, pero se ríen, se divierten, están ansiosas por conocer sus entrenamientos de la semana y difieren cuando les cuentan que lo más duro son los meses previos, la preparación para afrontar la carrera. En esto, ellas no coinciden y eso ese palpa en apenas unos minutos charlando. Convierten el deporte individual en colectivo y también tienen que prepararse psicológicamente para ello porque en los planes de ninguna entra dejar atrás a nadie en las calles de Sevilla. Todas dicen que si se quedan atrás las demás tienen que seguir, esa máxima se la aplican cuando cada una habla de sí misma. Sin embargo, cuando se imaginan una compañera pinchando se les hace duro entender que la carrera continua. “Nos animamos las unas a las otras, cuando una viene un poco más de bajón está el resto para subirle el ánimo”, relatan.

Mientras pregunto le siguen dando vueltas a eso de que “no somos las únicas, ni las primeras”, pero sí reivindican que esta historia puede servir para que otras mujeres se animen a hacer deporte porque “las chicas solemos dejar de hacer deporte en un momento de nuestra vida, nosotros lo hemos retomado cuando hemos finalizado la crianza de nuestros hijos o el cuidado de personas mayores. No tenemos talento deportivo ni físico, somos mujeres muy corrientes”. Mujeres que se cuadran a base de disciplina para cumplir con los horarios y que encuentran el respaldo de una familia que entiende que simplemente esto “nos hace felices”. “Es guay también notar el orgullo de nuestros hijos”, matizan a la misma vez que dejan muy claro que “admiramos a todas esas personas que han hecho una maratón en algún momento de su vida, a la gente del Club que la va a correr o que la ha corrido, a todos”.

Toca la hora de ir a entrenar pero antes reconocen que se han visualizado entrando en la meta, unas llorando, otras superando la alegría experimentada en su primera Media, pero juntas. A lo largo de esos 42,195 metros llevarán sobre la espalda seis meses de trabajo, esfuerzo y disciplina; a la familia que ha apoyado; a los compañeros del club Maratón; a personas especiales como Modesto Sánchez por el “apoyo constante”. La cuenta atrás ha comenzado y en sus cabezas resuena la frase de un buen amigo que les avanzó que “en una maratón los 32 primeros kilómetros se corren con las piernas, del 33 al 40 con la cabeza, los dos siguientes con el corazón y los últimos 200 metros con lágrimas en los ojos”.