A Luci Naciones

2 de Enero de 2014

Querida Luci:

Hace unos días, se nos ha muerto Nelson Mandela, por desgracia o por suerte, también los grandes hombres vienen con fecha de caducidad. Supongo que está bien que sea así pues, de esa manera, no perdemos de vista que se trata de uno de los nuestros: de un ser humano. De Mandela nos queda la imagen de un viejecito bonachón que no perdía la sonrisa -y mira que tenía motivos para haberla perdido- por nada del mundo. Basta con leer su biografía para comprobarlo.

Claro que (como casi todas las imágenes que se nos sirven) ésta, mostrando un primer plano del líder de Mvezo, con sonrisa beatífica, es una imagen incompleta, recortada, y manipulada. En efecto, Nelson Mandela no dejó de sonreír hasta el final pero, al mismo tiempo, levantaba su mano sin ocultar un puño muy cerrado. Sonrisa y puño forman un binomio que no debe disociarse.

Aparte de su indiscutible militancia política, para mí, el puño de Madiba es el coraje necesario para combatir la injusticia y la arbitrariedad de los gobernantes; para luchar hasta el último suspiro por la dignidad de los seres humanos; para soportar más de veintisiete años en la cárcel; para seguir luchando después de su cautiverio y participar activamente en la reconstrucción de su país;… y para guardar –aún- la generosidad suficiente, para el perdón.

Hace unos días, nuestra nave se ha posado en el planeta 2014, a él llegamos con las miserias y limitaciones que nos son propias pero (como “personas humanas” del montón) cargados de buenos propósitos y con las mejores intenciones y, por supuesto, con el móvil (de última, penúltima o antepenúltima generación). Ni siquiera los científicos de la NASA conocen lo qué esconde este planeta sin explorar ni qué habremos sufrido y amado en él si -dentro de trescientos sesenta y cuatro días- nos vemos comiendo uvas.

Querida Luci, ese día espero encontrarme contigo y con muchos más. Todos con nuestra mejor sonrisa, a pesar de que en la nave viajan el paro (de personas que queremos y tenemos muy cerca) y nuestros políticos (que aunque viven en la estratosfera no se pierden el viaje) y las leyes de quítate-tú-que-me-pongo-yo-porque-no-nos-vamos-a-poner-de-acuerdo-en-nada y los recortes y Ángela Merkel y Cristiano y Mesi y tantos y tantos otros…

Ese día, nos miraremos sonrientes y si alguien me pregunta: Pero usted… ¿de qué se ríe? Apretaré muy fuerte el puño y, desde mi pequeñez de hombre pequeño, brindaré -para mis adentros- por un gran hombre de color (negro) y seguiré sonriendo. ¡Espero!

Atentamente,

Juan Bautista Escribano Cabrera