En Pozoblanco el Jueves Santo significa Salesianos. Creada en el seno de la Asociación de Antiguos Alumnos de Don Bosco, la Cofradía Salesiana del Santísimo Cristo del Perdón y Nuestra Señora de la Amargura realizó Estación de Penitencia por las calles de la localidad sin miedo al cielo, como por desgracia estuvo pendiente en los tres últimos años (aunque el pasado pudo salir a la calle pero tuvo una vuelta un tanto acelerada). Sin embargo, la de este año no fue menos peculiar. Desde hace unos meses ya sufrió una modificación por las obras de la Avenida Villanueva de Córdoba que se esperaban pero que se han pospuesto hasta después de la Semana Santa. A pesar de ello, la Cofradía decidió continuar con el itinerario previsto. Ya durante el recorrido el paso palio tuvo un par de problemas: el llamador se descolgó y una de las marías iba suelta. Pero la respuesta de la corporación fue rápida e instantes después buscaban la solución más rápida y posible.

Nuevo recorrido que ha dejado imágenes llenas de belleza. Hasta ahora era difícil ver los dos pasos de Salesianos por calles estrechas, en los que las bullas se formaran y no cupiera un alfiler viendo al Crucificado y a su Madre Dolorosa que con Amargura llora su muerte. A partir de San Isidro la estampa era peculiar, novedosa y acertada. Revirás complicadas a igual manera por la estrechez y por la afluencia de público, cosa que esta Cofradía ha echado en falta muchos años. Al igual que se siguen haciéndolo con los aplausos espontáneos por una simple marcha o levantá.

Imagen de retraso y lentitud pero nada más allá de la realidad: a su hora e incluso un poco antes a la hora de la entrada.

Con paso lento, sosegado y a ritmo las costaleras del Señor, los pies del Perdón, los corazones (como no hace mucho las llamaba un cariñoso capataz) caminaban calle a calle escoltados por cuatro agentes de la Guardia Civil, con traje de gala, por supuesto. Metros más atrás la simbología se  repetía con la Reina Salesiana. Cuatro agentes de la benemérita que no daban bendito suspiro a unos costaleros que con paso corto hacían flotar a la Señora. ¡Qué grandes costaleros! ¡Qué gran trabajo! ¡Qué tesoro tiene la Cofradía en sus manos!

El cambio de banda de música también ha sido un acierto. A pesar de tratarse de una banda novel, que realiza Estaciones de Penitencia por primera vez, los músicos cordobeses de La Merced poco tienen que envidiarle a bandas con más años de historia. Afinados en tonalidad y elección de marchas, momento sublime con Rocío y el tamboril en la Plaza de los Padres Salesianos. Tanto que el propio público incitaba al silencio para escuchar la flauta. O subiendo Andrés Peralbo tras pasar Carrera Oficial con las campanillas al son de Pasan los campanilleros. Mítica marcha y que tanto gusta al gran público, una pena que la calle estuviera tan desierta.

¿Y qué decir de ambas imágenes? El hijo adornado por clavel rojo con rosas rojas presidiendo el paso y acompañando la reliquia del fundador de la Congregación Salesiana. Y alrededor del paso de caoba, espinas. Esas que lleva clavadas en su frente. Su madre, con exorno floral en tonalidades blancas que contrastaba a la perfección con el granate que vestía.

Cerrado el portón, los cofrades se quedaban acompañando a las imágenes y mucho público hacía lo mismo pues parecía que lo vivido en la calle había sabido a poco.