Me hago mayor. Lo peor es que me gusta. Es una sensación que me permite mirar atrás relamiéndome los labios. No se me olvida ni una feria. Si aún eres joven hazlo todo para sentirte así cerca de los cuarenta. Hay veranos que son una vida entera y se viven en un beso. Por eso lo que más recuerdo de la juventud son los cigarros aburridos al amanecer y los besos, sobre todo los besos robados.  No hay nada mejor que un beso robado a finales de agosto – cuando es todo o nada – y no hay manta en invierno que lo aguante. Agosto es la primavera de los torpes.

Recuerdo que cuando se fumaba en los bares se besaba más. Los bares y besar es lo más bonito. Una vez robé un beso en el parking de un supermercado y después de que la chica de fuera me quedé plantado saboreando aquella victoria. Y es que es así, cada beso es una batalla ganada, una herida curada, un siete cosido. Ser el último del bar.

Los que te rompen el corazón nunca piden perdón; aunque lo intenten. Si lo has hecho sabes que lo que digo, es como soplar y sorber a la vez. No puede ser. Qué pena. Ilena me dijo un día que los amantes somos personas. Somos, dice. Pero el problema no son lo amantes sino los amados, de esos no habla nadie. Hijos de puta. Nunca los odiamos lo suficiente y ese es el problema. Somos, sí.

Me desdigo.  El problema somos los amantes. Miguel siempre me dice que hay que ser más natural, pero es imposible no impostar. Él no tiene Instagram. Qué asco. La vida se ha convertido en saber que story no ver. Eso no puede ser. Nadie piensa tanto en ti.

Se suele decir que una pareja no, pero un ex es para toda la vida. Yo digo que depende. Depende de si hablas mucho o poco de él o de ella. Si hablas mucho es que lo llevas mal, pero si hablas poco es que lo llevas fatal: y sin embargo es lo más sano. Bueno, quizás no sea lo más sano, pero es lo menos malo porque te importa y no lo odias. Y eso no es regalado. Nada más duro que besar a alguien callando lo que te sigue gustando tu ex. Ese sentimiento contrariado es un horror y una maravilla a la vez. Y hay que ser valientes. A veces te besas con una persona por primera vez y para alguno de los dos es la última primera vez.

Recuerdo que cuando empecé a fumar me gustaba mucho más que ahora. Recuerdo que cuando empecé a besar me gustaba mucho más que ahora. Es mentira. Y es mentira porque ahora hago menos las dos cosas y justo por eso las disfruto más. Entre el besar y el fumar sólo hay una cosa enmedio y común: los labios. Los tuyos y los de tu amante. Los de ese cigarro. Y nunca llevo mechero, joder.