Los profesores Santiago Muñoz Machado y René Raúl Drucker Colin fueron investidos en la tarde de ayer doctores honoris causa de la Universidad de Córdoba en el transcurso de una ceremonia celebrada en el salón de actos Juan XXIII del campus Universitario de Rabanales. El acto estuvo presidido por el rector de la Universidad de Córdoba José Carlos Gómez Villamandos que en su discurso destacó de ambos no solo su reconocida trayectoria profesional en los campos de la neurociencia y el derecho respectivamente, sino también su compromiso social y su vinculación activa con el sistema universitario al que han aportado todo su conocimiento. Como padrino de Muñoz Machado intervino el profesor Manuel Rebollo Puig.

El reconocido y prestigioso profesor pozoalbense agradeció el reconocimiento durante su discurso e indicó que «las recompensas obtenidas, al cabo de una larga carrera, de cualquier institución, siempre reconfortan. Tengo por ciento que los reconocimientos son más difíciles mientras más próximos están al premiado quienes los conceden, así es que la complejidad crece si el hecho se produce en la propia tierra y los honores los impulsan los compañeros de oficio».

Durante la lección que se suele esbozar en estos actos, Muñoz Machado optó por dejar una reflexión sobre las razones por las que forma parte de la cultura de los europeos la idea de que el estado asegure el bienestar de los ciudadanos. «Hablaré, por tanto, del origen y sentido de esa responsabilidad del Estado de promover y asegura la felicidad de los ciudadanos», expuso el catedrático que versó sus primeras reflexiones extrayendo párrafos de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América y la aparición del concepto de felicidad. Posteriormente, a lo largo de su discurso esbozó ese concepto tanto desde el punto de vista americana como europeo.

«Son difíciles los pronósticos acerca de los ajustes que serán imprescindibles a medio plazo y sobre si será inevitable una reducción de la intensidad con que, hasta ahora, el Estado ha venido ocupándose en Europa de la felicidad de los ciudadanos», indicó en la parte final de su intervención para sentenciar que «la crisis económica ha evidenciado que la cuestión rebasa la soberana capacidad de decisión de los estados».