Son muchas las singularidades de la Semana Santa pozoalbense y la Madrugá del Viernes Santo y el acto del Prendimiento se encuentran en ese grupos incuestionablemente. Tres golpes de puerta, carreras, el miedo que envuelve cualquier traición, el toque de trompeta y la sentencia. Pozoblanco se reencontró con todo eso, con un acto que viene a escenificar los últimos momentos de la vida de Jesús, los más duros, los sustentados en la traición de Judas. Jesús, Nuestro Padre Jesús Nazareno, se encontró con su pueblo en la Plaza de la Iglesia, siendo testigo de esa liturgia y emprendiendo un camino que le lleva a sus caídas y a sus reencuentros. Las luces y las sombras. 

No hay Madrugá sin romanos ni sayones y ellos hicieron suyo el inicio de un Viernes Santo que empezó a vivirse en todo su esplendor en cada rincón, en cada punto señalado de representación de esa vida de Jesús y del sufrimiento de su Madre. Porque hablar de La Madrugá es hacerlo también de la Hermandad Servita y Cofradía de Nazarenas de María Santísima de Los Dolores, otra de las singularidades de la Semana Santa pozoalbense, el protagonismo de la mujer. La Hermandad salió a la calle rezando el Via Matris y permitiendo uno de los momentos más mágicos de la Semana Mayor, el encuentro. 

La vuelta del pregón se vivió entre la multitud que se agolpó en la Plaza de la Iglesia y que fue testigo de un acto que se cuajó lentamente, a fuego lento, entre el sonido de los adoquines, el toque de la trompeta y el dictamen de la sentencia. Entre sayones y penitentes, entre quien madruga y quien alarga la noche. Después de ese primer punto, la multitud se congregó en otros lugares de interés como la carrera oficial y, sin duda, en la Avenida Villanueva de Córdoba para vivir el encuentro entre el Nazareno y los Dolores. El segundo punto álgido de La Madrugá que se vive ya a plena luz del día, un encuentro con sabor a despedida. 

Sublime fue la escenificación de ese encuentro, como lo fue la música que le acompañó y al que se añadió el respeto y la admiración del gentío que presenció un momento único en la Semana Santa de Pozoblanco.