La comarca de Los Pedroches está ligada íntimamente al olivar, pero su entorno natural también alberga o ha sido cuna de otros cultivos y en uno de ellos ha puesto sus miras el historiador y periodista Francisco Javier Domínguez bajo un proyecto de que ampara la recuperación del viñedo histórico de  la comarca. La idea está respaldada por la delegación territorial de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible a través del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), que colaborará  en una línea de experimentación de futuro, y que puede suponer un camino a potenciar a medio y largo plazo en la comarca del norte de la provincia. 

Se trata de un proceso ambicioso que tiene entre sus líneas estratégicas identificar y recuperar variedades autóctonas, pero también analizar y adentrarse en cómo era la cultura del vino en Los Pedroches, algo que se llevará a cabo mediante estudios históricos y agronómicos. El objetivo último de este proyecto es llevar a cabo una progresiva recuperación de este patrimonio. Además, se realizará una plantación de viñedo experimental y se creará un campo de viñas madres en una finca de Alcaracejos durante la próxima primavera, para conservar las variedades autóctonas. La progresiva plantación de viñedos en la zona, cuando sea posible, contribuirá a una diversificación del paisaje y podría convertirse en un recurso económico.

De manera inicial, para progresar en esta idea, se seleccionaron muestras de veintisiete vides/parras que están siendo estudiadas por la Universidad Pública de Navarra con unos primeros resultados de los análisis de ADN «de gran interés», según apuntó Domínguez durante la presentación de esta idea en la que también estuvo la delegada territorial del ramo, Araceli Cabello. Entre esos resultados iniciales destaca que de las plantas analizadas, las características de ocho muestras no coinciden con las de ningún registro de variedades. Además, de entre las ya conocidas destaca el hallazgo de la hebén, una variedad madre que desempeñó un papel fundamental en la generación del vasto patrimonio varietal ibérico y que hoy día es muy poco frecuente.

Entre las desconocidas merecen especial atención una variedad tinta que aparece repetida en varias zonas de Pedroche y de Alcaracejos, y una blanca presente en Pozoblanco y Añora. Ambas se han llegado a vinificar con resultados óptimos, y tienen una alta probabilidad de ser variedades únicas. Ya en la pasada vendimia, el catedrático de Química Agrícola de la Universidad de Córdoba, Juan Moreno, colaboró en la vinificación de una pequeña partida de la variedad tinta con resultados positivos. Estas dos variedades se han nombrado provisionalmente como amparo, la tinta, y arises, la blanca.

 

 

Antecedentes históricos del cultivo de la vid en Los Pedroches

Hasta principios del siglo XX el cultivo del viñedo estuvo presente en la comarca de Los Pedroches. A día de hoy existe un viñedo prácticamente testimonial, de forma que SIGPAC registra un total de 56 hectáreas en la comarca. Existe un amplio catálogo de fuentes que nos hablan del viñedo de Los Pedroches desde finales de la Edad Media. En 1478 Pedroche encabezaba el abono de los diezmos del vino en la diócesis de Córdoba y contaba con una amplia extensión de vides. Durante los siglos XVII y XVIII se da un importante esplendor de este cultivo en Castilla, y en Los Pedroches se mantienen más de 4.000 fanegas, unas 2.500 hectáreas.

En el siglo XIX se produce un progresivo declive del cultivo, cediendo espacio al olivar y a la ganadería. El olivo cobra protagonismo y las plantaciones de la sierra van dando paso a los nuevos olivares, cuyo aceite de gran calidad es más demandado que unos vinos que en la mayoría de los casos eran para autoconsumo de los propios pueblos de la zona. La plaga de la filoxera a finales del siglo XIX destruyó prácticamente todo el viñedo de Los Pedroches, que no se replantó porque las propiedades eran pequeñas, no había grandes propiedades ni bodegas y su carácter de autoconsumo hizo que no fuera rentable acometer una nueva plantación, por lo que se perdió el cultivo, su tradición y la cultura que lleva asociada.

Sin embargo en algunos puntos concretos sí se conservaron algunos viñedos bien porque no les atacó la plaga bien porque sus propietarios replantaron o mantuvieron las viñas en lindes de fincas, o para aprovechar el fruto para vinos rústicos de pitarra, vinagres o para el consumo directo de las uvas. También en las casas y pequeñas huertas quedaron viñas, así como en puntos en los que por sus condiciones climáticas o de suelo no afectó la filoxera. “Estas viñas han llegado hasta nuestros días como en una cápsula del tiempo y es un trabajo casi de arqueología verde recuperarlas”, concluyó Domínguez