Con los ojos cerrados. Esa hubiera sido una buena manera de escuchar el pregón con el que Emilia Castro Galbis acercó la Semana Santa de Pozoblanco al público que se dio cita en el Teatro “El Silo”. Bastaba con escuchar, no hubo mucho espacio para lo visual. La pregonera de este año supo trazar un dibujo con su voz, consiguió resaltar el trabajo de cada una de las cofradías y se atrevió a aunar el folklore que lleva implícito la Semana Santa con la devoción que consigue arrastrar a cientos de personas años tras año.

“necesitamos la fuerza y el ímpetu de la juventud”

Estructurado en dos partes muy diferenciadas, Emilia Castro hizo un alegato en la primera mitad del pregón de la juventud. La sumó a la causa, la invitó a participar, a tomar las riendas y resaltó la necesidad de que los jóvenes encuentren “su hueco en la Iglesia”. “Debemos atraer a los jóvenes. Los preparamos física y académicamente pero por qué no nos encargamos en formarlos espiritualmente”, se cuestionó para posteriormente reivindicar que “necesitamos la fuerza y el ímpetu de la juventud”.

En un pregón lleno de detalles de su educación cristiana, con alusiones a Don Bosco y a la Santa Carmen Sallés, la pregonera quiso aunar generaciones, transmitir una devoción que, como ella misma reconoció, “ha vivido en familia”. “La Semana Santa de Pozoblanco es de la juventud pero sin olvidar que también es de vuestros padres, de vuestros abuelos. Hay que mantener el legado que habéis heredado”, afirmó. ¿Renovación? Castro apostó por ella pero “sin desprecio”, sin olvidar y “renunciar a las características y fundamentos esenciales de nuestras cofradías”.

Un canto sin música

La parte álgida del pregón llegó a continuación. Ya lo había anunciado, quería ser la pregonera de todas las cofradías y no defraudó en su empeño. Cofradía por cofradía la pregonera supo trazar un recorrido que convirtió en muchos momentos en poesía. Con una voz que llenó un auditorio que a menudo se hace grande, mezclado con la emoción que consiguió alcanzar en algunos momentos, quien no conociera la Semana Santa de Pozoblanco pudo salir del Teatro con una visión fidedigna de lo que son cada una de las estaciones de penitencias que en una semana recorrerán las calles de la localidad.

Envuelta en incienso, acompañada de música o del piano, los minutos finales dedicados a cada cofradía pueden, sin lugar a dudas, enmarcarse en los momentos cumbres de los pregones. Emoción contenida que se hizo manifiesta cuando la pregonera tuvo que hablar de “sus” dos cofradías, la del Silencio y la salesiana. “Somos una cofradía austera, comprometida, sencilla y humilde”, dijo haciendo referencia a la primera, añadiendo que “llevamos mucho tiempo tirando del I+D que bien puede ser ilusión y devoción, imaginación y dedicación”.

“Nunca se critica al que no hace nada”

Solo interrumpiría este recorrido para hacer un alto en el camino en el que agradeció a todas las juntas de gobierno y a las personas que han formado parte de la Agrupación de Cofradías. En su ánimo de sumar, de aunar, Emilia Castro destacó la labor realizada por cada una de esos grupos de trabajo y puso de relieve que “nunca se critica al que no hace nada”.

Ya en la recta final, la pregonera tuvo palabras de recuerdo para su familia, para su gente y para quienes han formado parte de un proceso que se ha prolongado durante ocho meses. Ocho meses que han servido para dejarnos un pregón sentido, emocionante y vibrante. En la parte negativa, la extensa duración de un acto que se fue más allá de las tres horas.