Querida Luci:
Mientras de vuelta del cole te escuchaba nombrar a tus compañeros y compañeras de clase, mi cabeza se extravió por otra lista que se confundía con la que me ibas enumerando… y supe que, mientras tú y yo regresábamos de la escuela, Fátima se había quedado sin escuela.
Mientras en ayuntamientos de ciudades y pueblos se ocupan en debates estériles sobre galgos y podencos y mientras las piedras de las casas consistoriales enrojecen de vergüenza, a Ahmed (uno más) le han destrozado su casa y no han dejado piedra sobra piedra.
Mientras en los parlamentos de las democracias europeas (y del mundo) los partidos políticos se obstinan en tacticismos hipócritas y se lanzan a la cabeza, como muñecos, los muertos. Mientras ese espectáculo nos desmoraliza y abochorna, Mariam una niña con su muñeco en los brazos, se suma a la lista de muertos.
Mientras una comisión de la ONU (sin el apoyo unánime de todos los países que la integran) elabora un texto condenando los ataques sobre Gaza y mientras comen y comemos para reponer fuerzas, Khaled, sin fuerzas, tampoco comerá hoy.
Mientras, filólogos y juristas de pacotilla, debatimos si genocidio o masacre. Si asesino, homicida o criminal… Mientras puntualizamos y nos perdemos en matices terminológicos y de redacción, desde una indiferencia nauseabunda, la sangre se derrama formando arroyos y ríos y con ella se mezcla la de Rania.
Mientras la televisión nos bombardea con imágenes terroríficas a las que ya nos cuesta mirar desde nuestros sillones, en torno a la mesa familiar, una bomba acaba de arrebatarle su familia a Youssef.
Mientras el deporte mundial organiza carreras para establecer quién cruza la meta una centésima de segundo antes que sus rivales, Aisha y sus amigas y sus hermanos corren desesperados y perdidos, sin meta alguna.
Mientras unos seres humanos miserables, ambiciosos, depravados y muy ricos, apretando el mundo en sus manos como una pelota, se reparten los despojos del botín, Hassan y Nour se reparten un trocito de pan untado de metralla, que hallaron entre los escombros.
Mientras, sin pudor, exhibimos en cualquier parte galerías de fotos para escupirnos (el precioso atributo humano de la palabra dejó de ampararnos) que nosotros somos los buenos y los otros los malos, tomaron una fotografía de Laila, destrozada, junto a una carretera que no iba ninguna parte…
Querida Luci, cómo y hasta cuándo continuar con esta crónica infame y con esa lista interminable e inhumana: Mohammad, Sara, Omar… que solo sirve para constatar que no hemos aprendido nada y, una vez más, nos hallamos a la deriva, perdido el rumbo y a merced de una banda de locos sin control.
Mientras esto escribo (no doy para más) y tú continúas con tu lista: Carla, Álvaro, Julieta… una nueva bomba acaba de estallar. Ignoro cuál era el nombre y el país del fabricante ni a qué intereses servía ni para qué guerra fue creada… pero me aseguran que ha alcanzado (objetivo cumplido o daño colateral) a otro inocente de la lista. ¡Maldita sea nuestra suerte!
Tuyo, mientras las bombas nos dejen.
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