Escribo estas líneas desde la preocupación y la responsabilidad, con la esperanza de despertar la conciencia, como quien envía un mensaje en una botella.
Entre marzo y abril de 2023, los habitantes de la zona norte de Córdoba recibimos presuntamente agua no potable a través de nuestros grifos. Era agua procedente del embalse de La Colada, presuntamente también contaminada, sin que nadie cumpliera con el deber esencial de informar a la población.
El 17 de abril de 2023 se declaró oficialmente que el agua no era apta para consumo humano. Desde entonces tuvimos que recurrir a cisternas, soportando largas colas y dificultades diarias, evidenciando la falta de previsión y gestión efectiva.
En aquellos días, políticos tanto del PSOE como del PP prometieron públicamente una potabilizadora de última generación, una promesa que nunca se materializó y que parece no tener intención real de ser cumplida. Esta falta de cumplimiento es una muestra clara de deslealtad hacia los ciudadanos que confiaron en su palabra. Mientras tanto, administraciones gobernadas por uno y otro partido se enzarzan en discusiones, que solo postergan su deber de resolver el problema a todos los ciudadanos de las dos comarcas afectadas.
Las lluvias que llegaron durante meses hicieron que el 22 de abril de 2024 se restableciera el suministro de agua potable, pero desde entonces hemos sufrido episodios frecuentes de turbidez y calidad irregular del agua. La ausencia total de transparencia y la falta de explicaciones claras generan incertidumbre e inquietud. Necesitamos información precisa sobre qué sucede con el agua que bebemos y cuáles son sus consecuencias para la salud pública.
El deber de los responsables políticos y cargos públicos es velar por la salud y el bienestar ciudadano, ofreciendo información veraz y actuando de forma resolutiva en temas esenciales como el suministro de agua potable. Para eso pagamos impuestos. Para eso fueron elegidos. La falta de responsabilidad, de sinceridad y el incumplimiento de promesas muestran una preocupante desconexión con las necesidades reales de la población.
Esta carta busca movilizar a la sociedad civil. Necesitamos actuar juntos desde la serenidad y la inteligencia, para exigir todas las analíticas completas, soluciones concretas y que se garantice de inmediato el suministro de agua sana y de calidad, especialmente para nuestros hijos, ancianos y enfermos. Este problema afecta directamente a la salud de todos y no admite más demoras ni excusas.
Es momento de exigir respeto, sinceridad, eficiencia y compromiso, sin rencor (no podemos perder el tiempo en eso). El agua de calidad no es solo un servicio básico, es un derecho fundamental e irrenunciable.
El sistema ha fallado, pero siempre es buen momento para hacer lo correcto. Que este mensaje, como una botella lanzada al mar, alcance a quienes tienen la capacidad de cambiar las cosas, y nos recuerde que la dignidad de una sociedad se mide por su respuesta ante las dificultades. Colaboremos juntos para que el sistema nos sirva (y deje de servirse de nosotros, aunque sea temporal y por esta vez). Opinad, hablad claro y exigid (con respeto) para que se garantice un derecho muy sencillo, que echamos de menos, beber agua limpia, sana y segura.
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