El pasado 3 de abril se cumplían 40 años de la recuperación de los Ayuntamientos democráticos que surgieron con la Segunda República y que tuvieron un largo y oscuro paréntesis en los cuarenta años de dictadura franquista.

En aquel año 1979, el eslogan electoral de las candidaturas del PCE fue “Quita un cacique, elige un alcalde. Entra en el Ayuntamiento”. Desde entonces han cambiado muchas cosas en nuestros pueblos y ciudades. Pero algo sigue igual: sigue habiendo lucha de clases y los de siempre quieren seguir teniendo el poder y dirigir las instituciones con los métodos más oscuros, sin presentarse a las elecciones, para seguir salvaguardando sus intereses.

En estos cuarenta años, el poder local, entendido este como tener la capacidad de tener presupuestos y competencias suficientes para abordar los problemas de manera autónoma y local, lejos de ensancharse, ha menguado. Las tesis más conservadoras se han impuesto: los ayuntamientos están para hacer “gestión” y no para hacer “políticas”. Dicho de otra manera: los alcaldes tienen que ser meros administradores y no caben políticas transformadoras.

Si en la vuelta de los ayuntamientos democráticos la labor del PCE fue romper las barreras que separaban a gobernantes y gobernados, desmitificando que el ejercicio del poder quedara como algo reservado a seres superiores ajenos al pueblo, ahora nos enfrentamos a un hecho similar. Hay que desmontar las estructuras jurídicas y políticas que se han construido estos años para limitar la soberanía popular.

Herederos de ese intento de dignificación y acercamiento de los ayuntamientos a la ciudadanía que comenzó el PCE, Izquierda Unida lleva casi cuarenta años en el Ayuntamiento de Pozoblanco y, aunque nunca ha estado en el gobierno, sí ha influido decisivamente en el devenir de nuestra localidad y en la mejora de la calidad de vida de sus habitantes.

Trabajo, honradez y coherencia, han caracterizado a las compañeras y compañeros que han formado parte de nuestras candidaturas a lo largo de todo este tiempo. Muchas de nuestras propuestas, tomadas en un principio como quimeras, se han hecho realidad muchos años después y, aunque han sido otros los que se han colgado las medallas, hemos ido por delante y nos queda la satisfacción de haber dado el primer paso.

Por poner solo algunos ejemplos, Izquierda Unida abanderó las movilizaciones contra el Cementerio Nuclear que nos querían colocar en la comarca; apoyamos las manifestaciones y movilizaciones para la construcción del pantano de La Colada y estuvimos en primera fila en la reivindicación de la parada del tren en Los Pedroches.

También fuimos pioneros en el tema de la Igualdad, siendo Izquierda Unida junto con el PA, los primeros en presentar a una mujer como candidata a la alcaldía de Pozoblanco.

En la apuesta por los servicios públicos, dirigidos a mejorar la vida de la ciudadanía, desde Izquierda Unida se han propuesto siempre avances sociales que más de veinte años después han visto la luz. Hablamos por ejemplo del comedor escolar municipal, cuando antes no existían en los colegios; del autobús para trasladar a nuestros mayores a los centros sanitarios; de la piscina cubierta o las pistas de atletismo y la escuela infantil, las dos primeras construidas con errores que ya denunciábamos. Pero también de otras infraestructuras como el Teatro El Silo, un espacio escénico para toda la comarca, respetando el antiguo almacén de granos y al que, algunos que posteriormente se han convertido en adalides del mismo, se opusieron en su momento. O la residencia de mayores municipal con gestión pública, en el programa de Izquierda Unida desde hace más de 20 años. O los aparcamientos, la peatonalización del centro (hecha tarde y mal y luego revertida) y tantos y tantos otros avances que nuestra formación ya propuso hace muchos años.

Es por ello que, 40 años después, Izquierda Unida tiene que estar más presente que nunca en el Ayuntamiento de Pozoblanco, porque hemos demostrado en este tiempo que muchos de los aspectos en los que ha avanzado nuestra ciudad se deben al esfuerzo y tesón de nuestras y nuestros compañeros.