Literatura a través de la poesía, raíces a través de los simbólicos, reivindicación del arte autóctono y la constatación de algo que ya no es desconocido, el premio Solienses se ha convertido en una cita obligada de la agenda cultural de Los Pedroches. Este año esa cita llegó cargada de ingredientes fruto del trabajo de Antonio Merino, editor del blog Solienses y promotor de este premio, en seguir sorprendiendo. Lo hizo en una entrega que tuvo como protagonista a Araceli Fernández León y su poemario “Cantar para nadie”. La escritora de Villanueva de Córdoba, que jugó en casa, recibió el arado elaborado por Ofiape en una edición copada por mujeres ya que las otras dos finalistas tienen nombre femenino: Victoria López Mata y Eva María Durán García.

Antes de que el arado se posara en las manos de la escritora jarota, el cuantioso público asistente disfrutó de la exposición “No hay palabras III”, imágenes que unen a fotógrafos y escritores -ganadores del Solienses- en una armoniosa simbiosis y con un resultado a la altura de la cita. Bajo la atenta mirada de esas instantáneas, tuvo lugar en la Antigua Audiencia un bonito homenaje a José Luis Blasco en forma de poesía escrita por Alejandro López Andrada y declamada por José Ruiz.

Los detalles caracterizan al Solienses y ahí los escenarios elegidos no son al azar. La “segunda parte” de la entrega condujo al refugio de la Guerra Civil de Villanueva de Córdoba. Simbolismo. Sentidos discursos los que se escucharon, el primero de la representante del jurado, Antonia Sánchez, que reivindicó la fuerza de la poesía con palabras de poetas como Federico García Lorca o la propia Araceli Fernández.

Tomó el relevo Antonio Merino que, tras los pertinentes agradecimientos, habló del premio como “emblema de nuestra identidad, la celebración de la literatura como un acto de resistencia”. Respecto al libro ganador valoró la “capacidad de dialogar de lo universal a partir de lo particular”. Habló también de tender puentes entre generaciones algo que consiguió, entre otras cuestiones, con la actuación de Titín porque el Solienses demostró estar vivo y saber dar cabida a todos y no quedarse en un ámbito cerrado. Otro acierto.

Pero antes del apartado musical fue el momento de la protagonista, de Araceli Fernández, que declamó algunos de los poemas escritos en un poemario que habla de “lo bíblico y bélico”. Una escritora a la que en algunos momentos le tembló la voz por la emoción de ser premiada ante los suyos, un reconocimiento que “me obliga irremediablemente a seguir escribiendo”. Luego el fin de fiesta llegó con Titín y con un público que cerró su entrega al Solienses al ritmo de la propuesta musical del artista.