La Asociación Cultural Turdulia sigue trabajando por el patrimonio de Belalcázar y, en esta ocasión, ha recuperado el rollo  jurisdiccional de la Villa de Belalcázar, que constituía el más alto símbolo del privilegio real concedido a la Villa, en virtud del cual esta gozaba de autonomía jurisdiccional, lo que le otorgaba la potestad de impartir justicia en los pleitos que surgieran en su territorio e incluso de dictar la pena capital.

El colectivo destaca que con la recuperación de este importante elemento patrimonial se considera completado uno de los proyectos de recuperación del patrimonio histórico-artístico local más ambiciosos y relevantes de cuantos nos hemos propuesto, a través del cual hemos logrado reconstruir un total de seis elementos patrimoniales únicos y distinguidos de la histórica Villa de Belalcázar, como son el rollo jurisdiccional de la villa, la Picota y cuatro de las cruces de término desaparecidas más icónicas para la población.
 

Todos estos monumentos, en su conjunto, «completan y engrandecen el patrimonio material de la población y nos permiten transmitir mejor a las nuevas generaciones la tradición histórica y los símbolos de la localidad, siendo todos ellos referentes durante siglos de historia de la idiosincrasia y las costumbres de un pueblo, y que adía de hoy se encontraban completamente desaparecidos». 

Además, esta acción permitirá impulsar la creación de una Ruta histórica de los emblemas y cruces de la Villa de Belalcázar’ que dote a la localidad de un nuevo reclamo turístico-cultural y haga aún más atractiva y sugerente su visita, contribuyendo así al desarrollo económico tanto de la localidad como de Los Pedroches.

Origen del rollo jurisdiccional

La Asociación Cultural Turdulia explica que aunque no existe evidencia documental exacta de su instalación, el  origen más que probable del rollo jurisdiccional se situaría en torno al año 1444, momento en el que la Villa de Gahete –que transcurridos pocos años cambiaría su nombre al de Belalcázar– pasó a formar parte, junto a Hinojosa, del Señorío que el Rey Juan II otorgó a don Gutierre de Sotomayor. Al conceder este privilegio, el Rey apartó a ambas localidades de la jurisdicción de Córdoba para concedérselas a su nuevo señor, con la pretensión de favorecer así a su vasallo y debilitar a la ciudad cordobesa,que había tomado partido por los Infantes de Aragón, traicionando con ello la causa de la Corona.

Además de satisfacer las aspiraciones del maestre de Alcántara don Gutierre, entregándole villas y tierras cercanas a las posesiones de la Orden –lo que fortalecía a su vez al partido de su condestable don Álvaro de Luna–, con este astuto movimiento, el Rey Juan II zanjó un conflicto que comenzaba a tomar tintes de sublevación popular en Gahete, cuyos vecinos se habían revelado contra las injusticias y arbitrariedades que desde Córdoba, los diferentes regidores, venían tomando contra ellos en los últimos tiempos, torturándoles, usurpando sus tierras u obligándoles a sacrificar su ganado con el fin de favorecer a la aristocracia de la capital.