Hace unos 5 años, cuando mi padre tenía 91 años, empecé a trabajar fuera de Pozoblanco. Dejaba de estar todo el día con él y eso me apenaba. Sin embargo, él no iba a aburrirse ni a entristecerse más; aparte de la atención de mis hermanos apareció un panorama diferente.

Llegaron a mi casa unas chicas diciendo que eran de un programa municipal de acompañamiento a las personas mayores y que él cumplía los requisitos para participar en él. Irían a la casa una hora a la semana y jugarían a las cartas u otros juegos. Mi padre, de naturaleza desconfiada, se negó en redondo y poco menos que las echó. Cuando yo llegué a casa poco después y me enteré salí corriendo detrás de las chicas para decirles que de lo que mi padre dijo ni caso, pero no las encontré, así que me costó ir al día siguiente a hablar con Modesto, entonces concejal, que me mandó a la Casa de la Mujer donde arreglé el asunto.

 
Desde entonces pasaron por mi casa Iluminada, Jenifer, Mari Ángeles, Ángeles, Cati, Miriam, Patro, Sara, Ana, Mari Ángeles, Ana, Sonia, Cristina, Alvarita… ¡Ay muchachas! No os podéis imaginar cuánto bien le hicisteis a mi padre en esa sola hora semanal, o en las actividades de los viernes, en excursiones, actividades en la Casa de la Mujer, en la Casa de San Bartolomé, en el chocolate con churros, o por la calle cuando nos encontrábamos en los paseos que nos dábamos… Mi padre se convirtió en un chaval de 20 años, sí, con un cuerpo de 91, 92, 93, 94, 95, 96 años, pero se hizo independiente, y aunque no podía andar se agenció un scooter eléctrico y se iba solo hasta la Casa de la Mujer o a donde hiciera falta con tal de vivir con una ilusión enorme su ratito con las monitoras y con la gente del programa A tu lado (¡esas mellizas y compañeras que lo cogían del brazo y lo subían y bajaban por el ascensor!), con las que sostuvo una amistad pícara y entrañable hasta más allá de sus contratos de trabajo. 
 
Que no se diga que ser viejo es estar acabado, yo vi a un hombre de 90 y pico de años con la ilusión de un joven; sus hijos le ayudamos y él se abrió al mundo de relaciones y amistades que le brindaba aquella oportunidad que al principio rechazó tajantemente.El 28 de diciembre mi padre se nos fue, y nos consuela mucho lo que pusimos de nuestra parte para que sus últimos años fueran plenos y felices. Mis hermanos y yo queremos agradecer al Ayuntamiento de Pozoblanco por el programa A tu lado y estamos infinitamente agradecidos a esas chicas que lo trataron con amor y le dieron su cariño y su trato atento y amistoso, porque eso es muchísimo más de lo que se puede pagar con un sueldo.

 
José María Serrano García y hermanos