El 24 de mayo, en la sede del PSOE y bajo las celebraciones de los socialistas tras haber ganado las elecciones, me dirigí a dos de mis compañeros de profesión y les dije: «¿Esta gente ha valorado la más que probable posibilidad de que no van a gobernar?». Catorce días después, uno de esos compañeros me ha recordado esa afirmación poco después de que Emiliano Pozuelo anunciara que Pozoblanco en Positivo había llegado a un acuerdo con el PP para llevar las riendas del Ayuntamiento de Pozoblanco durante los cuatro próximos años. Un acuerdo que trae, de primeras, una buena connotación para la localidad, la de la formación de un gobierno en mayoría que pueda dar una estabilidad más que necesaria. Para ver si eso se consigue habrá que esperar el transcurrir de los meses y el trabajo de ambos grupos. Sin embargo, el periodo de negociaciones y las declaraciones de unos y otros han dejado ciertos análisis que estaría bien esbozar para empezar la legislatura sin dobleces.

Las negociaciones, visto lo visto y escuchado las explicaciones de unos y otros -falta el PP-, han sido una cuestión de alzarse con la alcaldía. En las elecciones del cambio, de la participación, de poner a la ciudadanía en el centro, la realidad en política es la que es y no es otra que los diferentes grupos políticos quieren asegurarse su cuota de poder para «llevar a cabo sus programas» y eso es algo entendible y justificable. Uno se presenta a las elecciones para ganar y para tener opciones de llevar sus propuestas hacia delante y en esas el PSOE ha decidido no ceder ni un ápice y no recular absolutamente nada en eso de la cesión de la alcaldía y ha denegado, desde el principio, el poder compartirla por lo que beberá de su propia medicina y verá como la tercera fuerza política más votada gobierna, justo lo que el PSOE hizo hace cuatro años.

Digo que es una cuestión de alcaldía porque no hay más. Las propuestas presentadas por PSOE y PP a Pozoblanco en Positivo en la primera semana de negociaciones no aportan ni más ni menos garantías de estabilidad y gobernabilidad que las propuestas por Pozoblanco en Positivo en esta última tanda. No hay formas jurídicas, como decía hoy Emiliano Pozuelo, que garanticen que si un grupo político no cumple lo prometido se irá del poder o se podrá convocar una moción de censura. No las hay. Ni tan siquiera las renuncias a las actas de concejal son una garantía porque por muy firmadas que estén tienen que ser presentadas de manera personal y si al final uno decide que su acta es suya, ya la tenemos formada -hay jurisprudencia al respecto-. La única diferencia es que en esta segunda ronda de negociaciones, el PP ha cedido dos años de la alcaldía a Pozoblanco en Positivo, que garantizará que sus ideas se cumplan durante sus dos años de mandato, en los otros dos habrá que «confiar» en las personas.

Justamente lo que ha dicho Emiliano Pozuelo cuando se le ha preguntado cuál era la garantía dada por el PP entrando entonces en la parte más endeble de su exposición. ¿Si un grupo político te dice que acepta tu código ético, pone por delante tu programa al suyo -el PP porque se presentó sin programa, según Pozuelo-, firman la renuncia a sus actas de concejales, justo lo que pides, qué es lo que falta para que se firme el pacto? Pues que las pretensiones no están cubiertas y aquí cada formación también es libre de tener unos objetivos u otros, de querer formar parte del cambio de una manera u otra, pero vamos a llamar a las cosas por su nombre y así no nos llevamos a engaños. Es más, Emiliano Pozuelo no se ha atrevido a decir que el PP mentía cuando dijo que no se había llegado a acuerdos por el tema de la alcaldía. Y probablemente no lo ha hecho porque los populares no mentían, como tampoco quienes dijimos que el comunicado de Pozoblanco en Positivo fue un órdago para llevarse las negociaciones a su terreno, conocedores de tener la llave.