No voy a decir que me sorprenda mucho a estas alturas, pero sí que resulta indignante y desmoralizador.

¿Qué tiene que pasar para que la gente del norte reclame sus derechos? ¿No bastan 300 días sin agua potable? ¿No es suficientemente grave que no tengamos algo tan básico, tan imprescindible? Ante esta situación tan grave, nadie da la cara… nadie, con la excepción de Salvador Fuentes y un puñado de ciudadanos apartidistas agrupados en la plataforma Unidos por el Agua.

Sí, a mí no me cuesta reconocer que el único político que se ha preocupado por el problema del agua que sufrimos en el norte y que está haciendo algo al respecto es el presidente de la Diputación. Pero, ojo, como la plataforma ha denunciado todo este tiempo, su solución no es válida: algo baratito (¿recuerdan? ¡señora, que eso que usted pide vale mucho dinero!), insuficiente para potabilizar el agua contaminada que hay en La Colada y condicionado a lluvias abundantes para hacer mezclas 60/40. Tanto la Junta de Andalucía como el Gobierno central le han ofrecido lo que necesite, y él y sus técnicos se han conformado con apaños cicateros que no servirán si la sequía persiste.

También se le debe reprochar a Salvador Fuentes que no haya atendido las peticiones de celebrar una reunión con la plataforma y que no haya querido escuchar los motivos por los que nos oponemos a sus medidas.

Aparte de él, el desierto, el silencio cobarde, la indolencia… y los perfiles anónimos que proliferan por Facebook y Twitter. Aquí nadie da la cara aparte de la plataforma. ¿Es que nadie más tiene que cargar con las garrafas desde los camiones cisterna? ¿A nadie más le preocupa el futuro de esta tierra y lo que van a dejar a sus hijos? ¿Nadie se alarma del descenso de la población y de que los jóvenes se vayan fuera y no vuelvan? ¿Por qué callan quienes tanto alardean de representar y amar a su pueblo? ¿No hay un solo alcalde o alcaldesa que sea capaz de levantar la voz en defensa de su gente? ¿Y los ganaderos, y los empresarios, y los hosteleros, y los ciudadanos de las dos comarcas? ¿Por qué esta omertà?

Según parece, hay quien acusa a los miembros de la plataforma de ser de este o de aquel partido. ¿Acaso importa a quién votemos? También se nos señala con el dedo si tenemos algún familiar en un partido que no hace o no hizo las cosas bien. ¿Eso invalida nuestra reivindicación de agua potable de calidad para todos? Otros nos señalan con el dedo porque dicen que queremos acabar con la ganadería, cuando lo único que hemos dicho alguna vez es que la contaminación del embalse de La Colada procede en parte de explotaciones ganaderas. ¿Acaso es mentira? También hemos reclamado ayudas públicas para que las explotaciones se doten de los medios necesarios para que los purines no lleguen al agua que luego nos vamos a beber todos, incluidos los vaqueros y sus vacas. ¿Alguien reclama a los ayuntamientos por verter las aguas residuales sin depurar a los arroyos que desembocan en La Colada a pesar de pagar tasas de depuración en sus recibos? ¿Somos los únicos que pensamos en el bien común? ¿No nos damos cuenta de que no debemos envenenar la tierra y el agua que nos sustentan? Resulta muy fácil acusar desde el anonimato, pero se quedan en la anécdota y, mientras, todos de peregrinación a las cisternas desde hace casi un año.

Somos una plataforma apolítica, donde cabemos todos, porque el problema que denunciamos nos afecta a todos y no solo al puñado de personas que acudimos a las concentraciones o a los cincuenta que, pagándonos el viaje de nuestro bolsillo, fuimos hasta Sevilla a demandar lo que deberían haber exigido desde hace meses los 80.000 habitantes de las dos comarcas, con sus alcaldes a la cabeza.

Si todo lo dicho ya clama al cielo, ahora se suma a mi asombro la cobardía de quienes nos vigilan tras unos visillos y a oscuras en el ayuntamiento o se ocultan detrás de los numerosos perfiles anónimos que estos días proliferan como setas después de la lluvia y que lanzan soflamas, bulos y acusaciones desde las redes sociales. ¿Por qué tanta cobardía? ¿Es que hay miedo a señalarse? ¿Es un estigma asistir a una concentración en defensa de un derecho tan básico como el agua potable?

Y, si lo de los alcaldes mudos es de traca, ¿qué decir de algunos medios de comunicación y algunos microfonistas? ¿A quiénes se deben? ¿Se quedan sin subvenciones o sin contratos publicitarios si informan de lo que es más que evidente?

¡Qué triste todo!