Estos días un pequeño municipio de la Comunidad de Madrid, Valdepiélagos, es protagonista en los medios de comunicación por el curioso sistema de elección de su corporación municipal. Sin partidos convencionales, aparece una única lista conformada por aquellos ciudadanos mayores de 18 años y empadronados en el municipio elegidos por sus propios vecinos. Una noche electoral que llega adelantada y que tan solo tendrá que ser refrendada el próximo 28 de mayo. La lista de consenso consigue el respaldo de la ciudadanía, viene ocurriendo así desde la Transición, por lo que dos meses antes, Valdepiélagos ya sabe quién será su alcalde y el resto de concejales del equipo de gobierno. Una fórmula que se mantiene a lo largo de las décadas y que deja otra curiosidad sobre la mesa, hay otro alcalde de Pozoblanco porque Valdepiélagos está dirigido por un primer edil oriundo de la localidad de Los Pedroches, Pedro José Cabrera Cabrera. 

Nos atiende mientras trabaja en el Ayuntamiento y nos cuenta lo que ha repetido a lo largo de estos días a otros medios, la mágica fórmula electoral de Valdepiélagos que permite ahorrar energía con enfrentamientos políticos muchas veces «impostados» porque en este municipio no hay adversarios políticos. «Cuando se recuperaron los ayuntamientos democráticos se dieron cuenta de que en el pueblo no había partidos organizados, ni candidatos, por lo que se arriesgaban a que viniera gente de otros pueblos. Pensaron que lo mejor sería hacer una votación entre todos los empadronados mayores de 18 años, los que salieran en primer lugar -el alcalde más seis concejales- irían en una lista denominada Candidatura Independiente Valdepiélagos. Los partidos convenciones no presentaban candidaturas porque la ciudadanía votaba a esa lista elaborada por consenso. Esa es la historia, lo raro es que se haya mantenido en el tiempo», explica Pedro José Cabrera. 

Compara el sistema como «la elección de delegado de clase» y defienden que «ha funcionado bastante bien teniendo en cuenta que aquí no se cobra por ejercer esta función lo que origina un ahorro en unas arcas municipales ya de por sí mermadas y también ahorramos energía en peleas políticas». Hace algo más de una semana tuvo lugar esa votación y  Pedro José Cabrera fue el elegido para estar al frente del Consistorio por segundo mandato consecutivo, en otros dos ya fue concejal de Educación y Servicios Sociales. Eso sí, vaticina que será la «segunda y la última» porque «es bueno que entre gente nueva». No tiene que conformar su grupo, le viene dado de esa misma elección, y como siempre «hay unos con los que hay más confianza, amistad, pero se trata de abrir un debate democrático, casi todas las cosas salen por unanimidad, pero si no, se vota y la mayoría decide. Del encuentro surge una riqueza de opiniones, no tiene por qué surgir un conflicto imposible de resolver, aquí no hay adversarios, vamos todos en la misma barca», expone. 

En 2019, tras un recuento maratoniano que se extiende durante muchas horas porque estamos ante un sistema «un poco tradicional», Pedro José Cabrera salió como alcalde ante «cierta sorpresa». «La gente me conocía porque llevaba en el Ayuntamiento unos años, podía sospechar que podría salir, pero no de primera. Eso dice mucho de la apertura mental del pueblo porque aunque viva aquí desde hace quince años, no soy de aquí», detalla. Cuatro años después, su nombre ha vuelto a ser el elegido y por ese este profesor de Sociología ya jubilado seguirá luchado por lo que lucha la tierra que lo vio nacer: por el mundo rural. 

Mundo rural en Madrid

Cuando se le pregunta cuál es el trabajo, las preocupaciones de un municipio como Valdepiélagos afirma que «este pueblo está a 40 kilómetros de Madrid, hay 10-12 ciudades de más de 100.000 habitantes, nosotros somos una aguja en un pajar». «Aunque parezca mentira, el mundo rural también existe en Madrid y hay que ir de puerta en puerta pidiendo los servicios que cualquiera que viva en un barrio periférico de Madrid tiene». Ahí se detiene en la asistencia médica, con profesionales que acuden unas horas al día, luego toca viajar hasta el pueblo más cercano. Con los servicios sociales mancomunados, la trabajadora social también acude una mañana a la semana y luego está el proyecto estrella, el colegio, uno de los grandes objetivos de estos últimos años. «Ahora los niños están en cuatro lugares, una caseta municipal para los más pequeños de gestión directa, un aula de infantil, un aula de primaria y otro sitio para el comedor. Conseguir un colegio en condiciones es una necesidad porque un ciudadano de Valdepiélagos paga los mismos servicios que cualquier otro ciudadano, pero lo servicios a los que tiene acceso son mínimos», reivindica. 

Entre sus proyectos también se encuentra recuperar la vida tradicional del mundo rural, las formas tradicionales de trabajar el campo enfocado a la época actual. Por ello, trabajan en la recuperación de una antigua huerta y en tratar de difundir los principios de la agroecología. Por estas líneas transcurre el trabajo de quien partió de su tierra en 1976 para formarse en la capital de España, para alguien que sigue vinculado a sus raíces porque Pedro José Cabrera no se olvida de un Pozoblanco natal que, entre otras cuestiones, le vio como pregonero de la Semana Santa en 2011. Algo más al norte, este pozoalbense también ha conseguido la confianza de sus vecinos, que por segundo mandato consecutivo han reiterado su nombre como el más adecuado para ejercer las funciones de alcalde. Y así lo asume quien forma parte de una experiencia democrática que «constituye una referencia ejemplar y admirable», pero también una «seña de identidad colectiva, una experiencia compartida que nos vincula a unos con otros, y nos compromete poderosamente con una tradición de servicio voluntario y gratuito a la comunidad en la que desde hace varias décadas nos han precedido ya otros muchos, a los que ahora nos corresponde seguir sus huellas».