Pedro Jesús García Dorado escribió ayer domingo su nombre en la lista de pregoneros de la Semana Santa de Pozoblanco. Lo hizo tras entonar un pregón que se convirtió en un canto a la Semana Mayor pozoalbense a través de los sentidos, los recuerdos y los titulares de las diferentes cofradías y hermandades. A ellos les dedicó la parte troncal de un pregón que empezó con una invitación a la oración con la guitarra de Juan Climaco dejando los primeros acordes que se escucharon en ‘El Silo, donde la voz la puso Bartolomé López Arenales con dos saetas que se mezclaron con las palabras del pregonero. 

Después de encomendarse a su titular como «principal sustento de mis creencias», Pedro Jesús García Dorado abordó la «dulce realidad» de los recuerdos que le llevaron a la calle León Herreno para escuchar el paso de la caballería del Cristo de Medinaceli, a evocar los olores de otros tiempos «más naturales, más nuestros», recuerdos que «me hicieron amar la Semana Santa en general y la nuestra en particular». Fue aquí donde el pregonero entonó las palabras más reivindicativas pidiendo mantener «nuestras diferencias, nuestras autenticidades», renunciando a lo copiado, como único camino para que los recuerdos sigan conteniendo verdad. Una parte reflexiva que a la que volvió a recurrir para poner el foco en una sociedad en la que «prima más el aparentar que el ser» algo que rechazó para «no alentar a tantos que quieren silenciar nuestro credo». 

Enlazó el pregonero esos recuerdos con un retrato de la Semana Santa a través de los sentidos. Días que suenan a silencio, a cantos sentidos de una saeta, a serenatas de pasión, a bullicio de la gente, a rezos en voz alta; días que saben a la delicia de un pestiño, a nazarenos de chocolate o a la miel de las hojuelas; días que tienen contrastes al tacto como los que hay entre el esparto y el terciopelo o el contacto de unos pies descalzos cargados de esperanza; días que huelen a incienso recién quemado a tierra mojada, a primavera o a túnica recién planchada; días donde lo que vemos es una obra de arte, madera esculpida, bordados barrocos, altares andantes. Sentidos que Pedro Jesús García Dorado agudizó en base a lo sentido y a lo evocado. 

Fue una forma de plasmar la Semana Santa pozoalbense, que pudo ser conocida más en profundidad en la segunda parte del pregón donde los titulares de cofradías y hermandades tomaron el relevo a esos sentidos. A través de ellos, de la devoción que despiertan, de su relación con el barrio al que pertenecen, de los detalles que dejan en algunos de los rincones más significativos, sin olvidar la parte religiosa y a los momentos de la vida de Jesús que cada uno de ellos plasma, el oyente pudo esbozar algunos de los momentos cumbres de la Semana Santa de Pozoblanco. Hubo espacio también para ensalzar el papel de nazarenos, penitentes y costaleros como parte fundamental de cofradías y hermandades. Todo ello, descrito a través de momentos comunes para la ciudadanía pozoalbense y lleno también de las sensaciones más particulares e individuales que desgranó el pregonero. Quizás, en ese punto, destacó el momento para La Caridad, su cofradía, un vía crucis que casi pudo realizarse a través de las palabras de Pedro Jesús García Dorado. «Caridad cuánto significado, cuánto bien hace esta cofradía humilde y sencilla», afirmó.

El tono reflexivo varió en los últimos instantes, cuando el pregonero se dirigió a los cofrades pidiéndoles que despierten de «su letargo» para que «vivamos con pasión nuestra fe, disfrutemos estos días como si fuera la primera vez y emocionaros con Dios. Hermano, cofrade, prepárate para salir a la calle». Una calle a la que también pidió que se haga partícipe de la labor «caritativa» que hacen cofradías y hermandades como parte fundamental del entramado social pozoalbense. Fue lo escrito y dicho por el pregonero y así quedó reflejado.