Por Cristina García Sarasa 

 

Héctor Sánchez García-Sarasa, estudiante de 1º Grado de Historia en la Universidad de Córdoba, presentó ayer en el Rectorado de la UCO el libro ¡No en mi Instituto! Por una educación pública, laica y de calidad (https://editorialcirculorojo.com/no-en-mi-instituto/) editado por Circulo Rojo y con la colaboración de Andalucía Laica y Europa Laica. Un libro que recoge todos los escritos enviados al director del IES San Roque de Dos Torres para que retirara la simbología religiosa de un centro sostenido con fondos públicos, un centro que debe cumplir la Constitución («el Estado es aconfesional»), el Estatuto de Autonomía Andaluz («la educación debe ser laica»), los Derechos Humanos y los Derechos del Menor andaluz.

El acto fue presidido por el rector de la Universidad, Manuel Torralbo, que le dio las gracias a Héctor por su determinación en la defensa de algo fundamental como es el derecho a tener una educación basada en los derechos humanos, para construir una sociedad crítica, diversa y preocupada por el bien común. «Estudiantes como él son los que necesita esta Universidad para avanzar en un espacio académico que debe construirse entre todas y todos», dijo el rector, en el transcurso de su discurso.

A continuación, la representante de Córdoba Laica relató el camino recorrido por Héctor durante su estancia en el IES San Roque, dónde cursó la ESO, y le dio las gracias «por darnos una lección de coraje, perseverancia y paciencia. Has demostrado tener mucha más madurez, valentía y visión sobre lo que es el bien común que aquellos adultos que han pisoteado tus derechos o aquellos que han preferido ignorar el problema e ignorarte a ti por miedo, egoísmo o ignorancia, o por todo ello junto».

Tras unos momentos de emoción contenida, tomó la palabra Israel Muñoz, Vicerrector de Estudiantes y Cultura de la UCO, que elogió el contenido del libro y al igual que el rector animó a Héctor a continuar con ese espíritu crítico durante su estancia en la Universidad «porque jóvenes como tú es lo que necesita esta Universidad y nuestra sociedad». Incidió en la lucha respetuosa, estudiada y dialogante que tuvo durante esos cuatros años y que se transmite en cada escrito del libro, como cuando Héctor le dice  al director de su centro «El laicismo no es antirreligioso, es la única opción para que cada uno pueda tener la creencia que quiera, o no creer; debe ser una meta en la construcción de nuestro país y de la Unión Europea, para lograr un marco de protección de la libertad de conciencia por encima de cualquier frontera».

Para terminar, antes de la presentación del autor, Charo Ortega, catedrática de Psicología de la Facultad de Educación de la UCO, hizo un discurso muy emotivo, lleno de fuerza, en el que reivindicaba el papel de los estudiantes y el profesorado en nuestra educación. Unos para reivindicar un espacio igualitario pero diverso, en el que quepan todos y todas, y en el que se les eduque para ser ciudadanos y ciudadanas críticos, conscientes y responsables. Y otros que necesitan ser referentes de esos estudiantes, siendo coherentes y cumplidores de las leyes que rigen nuestra democracia, conscientes de la importancia de su trabajo y guía de esos adolescentes en una sociedad que necesita una sólida base para poder convivir en paz y en democracia.

Por último, le llegó el turno al autor que, con mucho aplomo y rotundidad, expuso la incongruencia de la existencia de simbología religiosa en un Instituto sostenido con fondos públicos. «Algo inexplicable en un Estado de Derecho, aconfesional, en una Autonomía en el que su Estatuto recoge que la educación será laica», dijo a los asistentes. «¿Cómo se consiente este flagrante incumplimiento de normas y leyes que conforman nuestra democracia? Incumplir la carta magna y discriminar al ciudadano es delito, ¿no? ¿Cómo se ha llegado a este absurdo? Desde pequeño te educan que, para ser algo en la vida, tienes que estudiar; que si quieres que te contraten debes tener una buena formación académica y por lo tanto un buen currículum; que debes ser un ciudadano responsable, cumplidor de las leyes, pero… se nos transmite lo contrario diariamente…», dijo con preocupación y añadiendo a continuación que esa falta de credibilidad entre los más jóvenes es el caldo de cultivo para que los fanáticos y los estados dictatoriales proliferen como setas.

Enfatizó en varias ocasiones, al igual que lo hizo diariamente al director del IES San Roque, que su objetivo durante esos años no fue que se quitaran los crucifijos por estar en contra de una religión, sino porque creía que su Instituto debía ser un lugar en el que prevaleciera el pensamiento crítico y científico, así como los principios constitucionales de libertad e igualdad, no un lugar de adoctrinamiento, cuyas enseñanzas pueden hacerse en sus lugares de culto. Terminó su intervención con un deseo, un anhelo, una esperanza, una posibilidad si se construye entre todos: «que nuestro país pueda tener una escuela pública laica y de calidad que forme a ciudadanos y ciudadanas en valores democráticos, críticos, conscientes de los problemas actuales, respetuosos de las leyes y de los derechos humanos. Una educación sin injerencias externas privadas, como la religión, y con educadores y educadoras que defiendan los derechos de los y las menores y que nunca dejen aislado y solo a un menor en la defensa de los derechos de todos y todas, de la Ley y de nuestra Constitución».

El acto terminó con un turno de preguntas y un emocionado y extenso aplauso de los asistentes que se levantaron de sus asientos para agradecer a Héctor su perseverancia, constancia y exhaustiva reivindicación de  los derechos humanos. «Comprométete con la noble lucha por los derechos humanos. Harás una mejor persona de ti mismo, una gran nación de tu país y un mejor mundo para vivir», decía Martin Luther King, y Héctor lo ha hecho y seguro que lo seguirá haciendo.