Atribuir a un solo factor la permanencia rubricada el pasado domingo por el Club Deportivo Pozoblanco sería, casi con toda probabilidad, un error, pero es imposible no centrar las miradas en el trabajo realizado por Emilio Fajardo desde su llegada al equipo. El domingo, el técnico celebró con entusiasmo el 3-2 rubricado por Brian y con el pitido final alargó esa celebración, aunque después dejara el mérito a sus jugadores. A su llegada a la rueda de prensa posterior del partido fue recibido con aplausos por algunos aficionados y es que quien sigue la actualidad del Pozoblanco sabe que el trabajo del preparador es incuestionable y ha sido fundamental para conseguir el objetivo, pero también para ver una mejor versión del equipo. En su primera comparecencia pública que hizo las veces de presentación el técnico dejó una aseveración: «Vamos a ser un equipo que no va a esperar a que pasen cosas, vamos a hacer que ocurran». Dicho y hecho. 

La evolución es tan irrefutable que de colista el equipo ha conseguido acabar en sexta posición y certificar la permanencia sin necesidad de sufrir en una segunda fase. Cierto es que el equipo que se encontró Emilio Fajardo aquel 12 de noviembre cuando dirigió su primer entrenamiento tras el adiós de Javi Moreno ha sufrido algunas variaciones. Desde su llegada se notó la personalidad de un técnico que introdujo variantes certificándose la salida de jugadores como Antonio Lucena, Ramón González Grosso o Iván Sánchez y la llegada de hombres como Cancelo, Adri Delgado, Luis Fraiz o Rubén Sánchez.

Hasta su llegada, el Pozoblanco había acumulado un empate -ante el Coria en la tercera jornada- y una derrota -en la cuarta frente al Utrera-. Antes, el club se vio obligado a pedir la suspensión del partido inaugural de la temporada por Covid-19, mientras que en la segunda jornada asumió el descanso establecido en el calendario. Esos son los números con los que se encontró un técnico que se estrenó ante La Palma con un empate para luego caer ante el Genera y firmar dos empates consecutivos ante equipos que finalmente se han clasificado para la fase de ascenso, Salerm Cosmetics Puente Genil y Ciudad de Lucena. Por aquel entonces, el equipo lucentino llegó como líder al Municipal y se pudo ver la mejoría ostensible de un Pozoblanco que hizo bueno ese empate con la primera victoria de la era Fajardo conseguida días después frente al Castilleja en el partido aplazado de la primera jornada. El Pozoblanco cerró de manera positiva el año ganado al San Roque en un choque donde volvió a dar muestras de su ambición y progresión. 

Resultados todos ellos que le valieron al cuadro blanquillo para escalar algunas posiciones en la tabla, aunque prácticamente la totalidad del campeonato se la haya pasado en zona de fase de ascenso, saliendo de ahí tan solo en la antepenúltima jornada y en la definitiva. La diferencia llegó con las posibilidades matemáticas que el equipo empezó a tener para poder aspirar a todo incluso después de un demoledor calendario final ya que cuatro de sus últimos cinco partidos, el Pozoblanco se los ha disputado con equipos clasificados ya para la fase de ascenso o que estaban luchando por entrar en la misma -Salerm, Ciudad de Lucena, San Roque y Córdoba B-. Incluso llegó con vida a esa posibilidad el cuadro vallesano a la penúltima jornada de liga, aunque el líder, el San Roque, ejerció como tal y dejó con la miel en los labios a los pozoalbenses. De esos partidos destaca el planteamiento táctico ante el cuadro pontanés dejando muy claro que las victorias en este Pozoblanco se inician desde el banquillo. Lo vivido ante el Córdoba B es otra historia, porque salió a flote ese gen ganador que el entrenador ha querido recuperar para el equipo.  

Obviamente con el objetivo en el bolsillo es más fácil colocar el foco en las luces que en las sombras, algo que también existe en un equipo que sigue sin saber matar los partidos cuando tiene oportunidad para hacerlo. Emilio Fajardo fue también el entrenador que siete años y medio después jugó sin ningún futbolista oriundo de Pozoblanco, pero del mismo modo bajo su dirección han debutado cuatro juveniles -Migue Sánchez, Antonio Bejarano, Juan Manuel Castillo y Jesús Márquez-, además del jugador del filial Rafa Ariza. Otra de sus máximas al ser preguntado semana tras semana es que tenía claro que no miraba el DNI para confeccionar sus equipos, al igual que no regala ni un solo minuto. A nadie se le escapa el excelente trabajo realizado por Emilio Fajardo, incluso atesorando innumerables bajas pero ha conseguido mantener enchufados a todos sus jugadores a base, fundamentalmente, de trabajo. 

«No sabéis cómo hemos llegado a este partido y lo que hemos trabajado», decía el técnico a la finalización del choque ante el Córdoba B para después analizar minuciosamente, como siempre, el juego de los suyos y el de su rival. «Hacerlos creer, creo que ese ha sido el éxito, el equipo tenía mimbres, creo que tenía que llegar alguien y hacerlos creer, creo que desde mi llegada ha sido así, vamos a ganarle a cualquiera», eran sus palabras cuando fue preguntado por sus méritos. Es en el único momento que da un paso para atrás, justo para dejarle el protagonismo a sus futbolistas. Sin embargo, es imposible sacar de la ecuación el trabajo y la forma de entender el fútbol de un técnico que en los últimos meses ha estado en la órbita de dos equipos. Afortunadamente para el Pozoblanco, de momento, Emilio Fajardo sigue ocupando su banquillo.