Las puertas de San Bartolomé se abrieron para el Medinaceli, una estación de penitencia donde se respiró el esfuerzo desde el primer instante con el grupo de braceros y braceras portando al Cristo a pesar de las dificultades. La caballería anunció la llegada de un cortejo extenso que fue el preludio de los días festivos de la Semana Santa.