El centenario del nacimiento de Hilario Ángel Calero ha llevado a la puesta en valor de la figura del escritor pozoalbense, a dar a conocer la obra y personalidad de quien no siempre es conocido en su propia tierra. Y algo más de Hilario Ángel Calero se conoció en la jornada en torno al hombre y al poeta que acogió la Biblioteca Municipal de Pozoblanco. Un acercamiento a través del contexto histórico en el que vivió, de la mano del historiador José Luis González Peralbo; un acercamiento a través de su obra y su correspondencia, de la mano del Cronista Oficial de Añora, Antonio Merino; y un acercamiento al ser humano, de la mano de su hija, Catalina Calero García. 

Fue esa la intervención más emotiva, envuelta en originalidad y cariño bajo el título «Sin vergüenza». Una catalogación que a simple vista pudo sorprender, pero que Catalina Calero desveló al inicio de su intervención cuando contó como anécdota lo que respondió un día de pequeña cuando alguien le preguntó sobre qué quería ser de mayor: «Yo, sinvergüenza como mi padre». A partir de ahí, la hija del escritor trazó la personalidad de quien «en tiempos de dictadura, llevaba su DNI, el carnet de la Biblioteca, su carnet del partido republicano, una estampa de la Virgen y unas perrillas sueltas», una mezcla que denotan «el respeto y la tolerancia de mi padre sin necesidad de pisar la Iglesia». 

«Si algún día, cuando seas mayor, eres una sin vergüenza, no te preocupes demasiado, la culpa es mía», fueron las palabras que Catalina Calero puso en boca del Hilario Ángel Calero más personal que pudo descubrirse a través de los recuerdos de su propia familia. 

Contexto histórico

Antes de eso, José Luis González Peralbo trazó el contexto histórico en el que vivió Hilario Ángel Calero, es decir, hizo el dibujo del Pozoblanco desde 1922 hasta 1982. Una exposición que arrancó con el detalle que aportó el historiador sobre cómo se decidió poner una calle al ilustre escritor, una iniciativa que se fraguó a través del telegrama enviado por Lorenzo Carmona Villafranca, natural de Puente Genil pero muy relacionado con Pozoblanco. Tras conocer la muerte de Hilario Ángel Calero envió un telegrama que surtió efecto porque los responsables políticos de la época tomaron nota y los compañeros del Boletín Municipal decidieron la calle que llevaría el nombre del escritor. 

Volviendo al contexto histórico, los asistentes pudieron imaginarse el optimismo de los años 20 del pasado siglo que fue transformándose a la par que fue cambiando el mundo y la propia España cuando se sumergió en su propia miseria a través de la Guerra Civil y la posterior dictadura. González Peralbo planteó problemas que no son para nada ajenos como la pérdida de población de manera paulatina, la incapacidad de generar empleo para la población, la pérdida de infraestructuras de comunicación como el ferrocarril… Un resurgir, el de los años 20 que se volvió oscuro en las décadas después, y que empezó atisbar algo de luz tras la muerte del dictador. Cambios que Hilario Ángel Calero no pudo llegar a ver de manera completa. 

La correspondencia con Antonio Porras

La aportación del doctor en Filología Clásica, Antonio Merino, permitió acercarse a la obra de Hilario Ángel Calero, y los temas más tratados en la misma: la familia, la religión, la búsqueda y anhelos personales y el paisaje de Los Pedroches. Un punto este último donde Merino se detuvo a través de la dualidad dehesa-olivar, que trasladado a la obra poética del escritor pozoalbense puede verse como la muerte y la vida, identificando esos dos paisajes con los dos extremos de la propia vida. 

Sin embargo, la novedad llegó a través de la correspondencia que mantuvieron Hilario Ángel Calero y Antonio Porras, exiliado en París. Dos personas, que a simple vista «poco podían tener en común», pero a los que unión «el amor por su pueblo, por su tierra», uno desde la distancia, el otro desde el lugar que lo vio nacer. Una correspondencia que Merino detalló gracias a la «disposición» de la familia y que permitió acercarse no solo a la forma de pensar y ser de Hilario Ángel Calero, sino también a la de Antonio Porras.