Es un arte y hay que quitarse el sombrero, por qué no. Hay gente que tiene ese don de voltear las situaciones sin apenas despeinarse y salir indemne. Sin un ápice de sonrojo, sin un atisbo de autocrítica y con capacidad de sacar rédito. Es un arte vivir en ese fino alambre de ser creador del problema y presentarse como solucionador del mismo. Es un arte, no cabe discusión.

“A favor de buscar soluciones”, esa fue la coletilla utilizada por la portavoz del PP, Anastasia Calero, para votar a favor del expediente de reconocimiento extrajudicial de crédito que posibilitará que las facturas que se deben a proveedores se queden a cero. Es decir, que los empresarios cobren por los servicios prestados al Ayuntamiento. No han sido un mes, ni dos, ni siquiera tres meses los que esos empresarios llevan sin cobrar, son bastantes más. Nadie nos ha explicado el porqué de esa demora y durante el pleno en el que se aprobó ese expediente parecía que la culpa era de la oposición o del concejal no adscrito, al que se le imputan 34 de las 626 facturas aprobadas.

Se lo echó en cara el primer edil, Santiago Cabello, diciéndole que esas 34 facturas iban sin el procedimiento previo adecuado, pero se le olvidó mencionar quiénes son los responsables de las 592 facturas restantes. “Y ahora las traemos aquí para que esos empresarios puedan cobrar”, le indicó Cabello a Arévalo como si con él no fuera el tema. Es un arte. Por cierto, y sin hacer muchos giros de lo importante, Gerardo Arévalo volvió a pedir permiso para sacar correos relativos a esas facturas. Da qué pensar lo que puede despejar la correspondencia entre el primer edil y su ex concejal de Personal. Un ‘best-seller’, ya lo vaticino.

Pero volvamos al tema. Estos meses he hablado con unos cuantos empresarios y empresarias para ver en qué situación les dejaba no cobrar lo que se les adeudaba. Hay casos que me hubiera gustado escribir, pero se respira miedo. Ningún colectivo ha alzado la voz para denunciar el retraso en el pago de subvenciones, nada. Eso es un arte también, convencer a la gente de que es mejor solucionarlo todo en silencio. 

Hace dos años, el Ayuntamiento de Pozoblanco vivió una situación idéntica y recuerdo que por aquel entonces se vino a decir que todo se trataba de la fiscalización y a un proceso que había que aplicar para que nunca volviera a ocurrir el retraso en el pago. Dos años, tan solo dos años se ha tardado en llegar a esa misma situación. Y nadie nos ha explicado porqué. Y eso es también un arte, conseguir eludir la responsabilidad de dar explicaciones o simplemente rehuir a quien te puede hacer preguntas que no pasan por el filtro.

Es un arte acabar un pleno como salvador de todo cuando el problema lo has creado tú y señalar a una oposición a la que se le “invitó” a la función horas antes. Es un arte salir indemne sin apenas despeinarse y sin ser capaz de emitir una disculpa para todos esos empresarios y empresarias que han tenido que esperar más de cinco meses para recibir lo que es suyo. Y es un arte convencer a un equipo tan amplio como el del PP de que esa es la línea a seguir.

Aprobar que se le pague más de medio millón a proveedores con facturas emitidas hace cinco y seis meses sería síntoma de una mala gestión en cualquier Ayuntamiento, menos en el de Pozoblanco. Y de paso, y también sin despeinarse, expulsión al portavoz del PSOE por apenas alzar la voz e interrumpir a la portavoz del PP y acusaciones de machismo a doquier. Y mientras, el resto, silencio. Es puro arte, del malo, pero arte.

Y, por cierto, que seamos las mujeres las que alcemos la voz si nos sentimos humilladas y menospreciadas por el hecho de ser mujeres, si sufrimos discriminación por ser mujeres y contemos, eso sí, con el apoyo de ellos. Pero ese escudo protector es propio de otros tiempos y huele a una utilización oportunista del feminismo.