Esta reflexión no será políticamente correcta, pero la creo necesaria, ya que en casi todas las guerras siempre hay alguien que pierde un poco los papeles. Harto, muy harto está ya uno de comprobar actitudes poco cívicas, de arrojar mierda por todos los rincones de nuestro pueblo y luego quejarnos y proclamar a gritos que tenemos el pueblo más sucio del mundo mundial.

Claro que a alguien tenemos que echarle la culpa de que en nuestro Pozoblanco tengamos perdida la “guerra de la basura”, unos se escudan en que tenemos pocos empleados de la limpieza, mi opinión es que somos unos auténticos cerdos, y no logramos entender que las calles, como nuestras casas, son también un poco nuestras, en nuestra casa nos damos tortas por perseguir cualquier pelusa o resto que viaja por el pasillo o el comedor (¿podéis imaginaros ir dejando en el cuarto de baño o en el dormitorio los restos de papel higiénico después de limpiarnos nuestro estupendo culo?), y en la calle nos basta con apartar la mirada, tirar la colilla al suelo, las cáscaras de pipas o esquivar los restos que van dejando, siempre, los “otros”, ya que cuando reprendes a algún mozalbete o no tan mozalbete, por tirar al suelo los restos de comida, bebida, chuches….. éste es capaz de convertirte en un verdadero gilipollas, un tío raro o ido, por animarlos a recoger la basura que van dejando con total impunidad, y lo que es más grave, casi siempre apoyándose en su derecho a hacer lo que le salga de sus “florencientes cojones”.

Uno, que aunque ya va pasando la frontera de que casi todo le da igual, todavía se embarca en batallas contra estos energúmenos de la basura, apoyando campañas de concienciación que la mayoría apoya como “una buena idea” muy necesaria y nadie pelea en el cuerpo a cuerpo, olvidándose de tirar la colilla, el chicle… a la papelera o los restos de pipas al paquetito o bolsa que le proporcionan para ello, y por supuesto mirando para otro lado cuando lo hacen al lado suyo, como si no fuera con nosotros.

Y luego viene la “semana de pasión”, que es la leche en nuestro pueblo, declarada de interés turístico qué no “limpístico”,  que tenemos que cuidar para dar buena imagen… pues sí, cuidamos mucho de las imágenes, de los costaleros, de las trompetas, pero se nos olvida lo más importante, cuidar de nosotros mismos, los que la convertimos en un auténtico basurero.

Parece que en esta semana de pasión se abre la veda para que los cerdos campen a sus anchas ensuciando nuestras calles y limpiando sus almas con sus otros menesteres.

Es triste, muy triste rendirse, pero visto lo visto esta guerra la tenemos pérdida, yo me rindo.

¡Una bolsa de pipas… sin bolsa, por favor!