El director de la Oficina Comarcal Agraria (OCA) Pedroches I, José Miguel Carmona, ha sido cesado tras presentar su dimisión al delegado territorial de Agricultura, Francisco Zurera. Un cese que fue decidido el miércoles después de que el técnico presentara su dimisión el día 31 de octubre. El cese llega después de una serie de situaciones que han creado un ambiente enrarecido en la OCA ubicada en Pozoblanco y que atañen a técnicos suspendidos de empleo, amenazas y agresiones a veterinarios y denuncias en los juzgados.

Así, es este último punto el que podría haber provocado la dimisión y posterior cese del director ya que, según fuentes consultadas por este periódico, el Juzgado número 1 de Instrucción de Pozoblanco habría abierto diligencias por un delito de presunta prevaricación ante una denuncia presentada por un técnico de la OCA. Una denuncia que ha provocado una investigación después de que la jueza del mismo juzgado hubiera determinado no admitir a trámite otras tantas.

En la denuncia, a la que ha tenido acceso este periódico, se relata la supuesta actitud del ya ex director atribuyéndole la concesión de guías denegadas por el equipo veterinario, así como la determinación de otras decisiones que podrían incurrir en irregularidades. En esa misma denuncia se hace hincapié en que administraciones superiores son conocedoras de estos hechos sin que se hubiera hecho nada al respecto. Además, la apertura de diligencias ha llevado a la testificación de hasta siete veterinarios que habrían respaldado la versión aportada por el denunciante aportando diferentes pruebas.

Una situación que no es nueva

Lo cierto es que dejando a un lado los juzgados, la situación que se viene viendo en la OCA no es algo nuevo y se hizo visible el pasado mes de agosto con la segunda agresión sufrida por un veterinario de la Oficina. Ya en ese momento se responsabilizó de esa agresión a la falta de determinación por parte de la dirección. Pero el punto más álgido de esta rocambolesca situación se alcanzó hace unas semanas con el tema de la desaparición de más de un centenar de vacas en dos explotaciones -Dos Torres y Villanueva del Duque- propiedad de los responsables de las agresiones.

Un ganado que nunca apareció y que no acabó sacrificado, tal y como determinaba una orden de la propia delegación de Agricultura, y que llevó a montar hasta tres operativos diferentes para proceder al sacrificio de los animales que quedó en nada ante el estupor del sector, incrédulo ante la falta de eficacia y lo inverosímil de la situación.