Desde el pasado 13 de agosto, un gran obelisco recuerda en el cementerio de Hinojosa del Duque a los republicanos que perdieron la vida en su lucha por la libertad y la democracia tras la Guerra Civil española. Ese día, el compromiso adquirido con la Memoria Democrática habló también de la investigación sobre las fosas que existen y que están documentadas en el cementerio hinojoseño. La semana pasada ese compromiso empezó a hacerse realidad con la delimitación de las fosas y los primeros sondeos, unos trabajos que han permitido localizar dos fosas y hallar los primeros restos. La documentación habla de más de 150 personas ejecutadas por sentencia militar entre los años 1939 y 1940. Personas a las que 82 años después se les comienza a hacer algo de justicia

Los trabajos están siendo coordinados por la historiadora Carmen Jiménez Aguilera y cuentan con Luis Tovar como arqueólogo. Ambos trabajan con el grupo de profesionales de la Sociedad de Ciencias Aranzadi Zientizia Elkartea, del País Vasco, en una investigación para el Ayuntamiento de la localidad que está financiado por la Federación Española de Municipios y Provincias. Carmen Jiménez, en conversación con hoyaldia.com, explica que «comenzamos la semana pasada, tenemos un mes de trabajo porque los recursos son los que son. Hemos localizado dos fosas en zanjas de trincheras de norte a sur y en ambas trincheras hemos localizado depósitos colectivos. Vamos trabajando capa por capa, pero ya hemos visto depósitos con 4-5 cadáveres». «Al ser una represión institucional existe huella documental como las diligencias de ejecución y de enterramiento, los consejos consultados nos daban la pista de lo que íbamos a encontrar», apunta la historiadora que explica que «ahora es la tierra la que nos está hablando». 

Carmen Jiménez detalla que «hemos priorizado la investigación y la documentación», pero también que «sabemos que hay más cuerpos de los que hemos localizado en un primer momento», porque las fosas se amplían. «Prima el registro documental, pero no se pueden concluir los trabajos, desde el punto de vista técnico no podemos decir que aquí se acaba», indica. Y es que ante las dimensiones de las fosas y el número de personas ejecutadas, estamos ante una de las fosas más grandes de la provincia, la historiadora precisa que se necesitaría «una campaña o dos» para concluir todos los trabajos. 

Llamamiento a los familiares

Sin duda, a la metodología arqueológica, la documentación y la investigación que se inicia ante este tipo de hallazgos hay que añadir el componente humano. Identificar los restos que desde hace 82 años se apilan en esas fosas comunes es el fin último y, por ello, hay reclamaciones de familiares que datan del año 2000. En este terreno, el Ayuntamiento de la localidad mandaba ayer un mensaje dirigido a los familiares de las víctimas para que acudiesen al cementerio y pudiesen ser informados por los profesionales. Una parte que Carmen Jiménez considera «vital». 

«Es algo que se tiene que hacer en paralelo porque, a pesar de que han pasado muchos años, todavía hay descendientes directos vivos, es decir, hijos. Corre prisa hacer ese trabajo, la administración en estos casos va tarde. Es un tema que tiene muchas trabas, pero corre prisa localizar y tomar pruebas de ADN para que se conserven, podamos tener la muestra y luego establecer las coincidencias genéticas una vez se exhumen los cuerpos», aclara. En este punto, cuenta que en el día de ayer se acercó al cementerio una mujer de 92 años porque su padre se encuentra en esa fosa. Son momentos donde «hay que quitarse el mono de científico, hay que tener respeto, empatía y, sobre todo, ofrecer información y ser transparente. No se pueden crear falsas expectativas. Pero sí, hay mucha carga emocional».