Una conversación metafórica, una admiración profunda y una sensibilidad artística en continuo desarrollo son la base que sustenta la exposición ‘Cien años sin otro particular’. La conversación se enmarca en el estío, la admiración es la que le profesa Juan Bautista Escribano Cabrera a Hilario Ángel Calero y la sensibilidad artística la plasma el primero en cada uno de los dibujos que animan las treinta y tres ‘hilariadas’ elegidas para dar vida a una exposición que estos días ocupa la sala de exposiciones de la Biblioteca Municipal y que con su inauguración dejó el espectro íntimo del autor para abrirse a todo aquel que quiera visitarla. Es de esos planes que estos días pueden y deben realizarse en Pozoblanco. 

Cuenta Juan Bautista Escribano Cabrera que la exposición nació de la «casualidad» y que tiene su germen en «unos muñecos» que empezó a pintar hace tres décadas inspirándose en la obra ‘Esperando a Godot’, de Samuel Beckett. Esa fue su inspiración para realizar «esos monigotes», que luego empezaron a dar vida a ideas propias, a pensamientos personales plasmados en el papel, pero también a las ideas de otros autores. Un día, releyendo a Hilario Ángel Calero, del que destaca su carácter lírico y la conexión que establece porque «es como si estuvieras hablando con otra persona», descubrió que esos «monigotes» podían encontrar perfecto acomodo en las ‘hilariadas’ de su admirado escritor.

Ese fue el germen de una exposición que nace bajo el amparo de la asociación ‘Piedra y Cal’ porque «es un colectivo que defiende el patrimonio de Pozoblanco y pienso que Hilario Ángel Calero es patrimonio de todos nosotros». Fruto de esa unión surge una exposición compuesta por treinta y tres dibujos, a rotulador negro culminados con un toque de acuarela, basados en esas hilariadas que «a veces se muestran cerradas, otras piden un trabajo al lector y algunas una colaboración de manera muy explícita». Respecto a la elección, el autor de la exposición simplemente alega que «son las que me han sugerido una imagen», pero anima a leerlas con «cariño, complicidad y altura de miras». 

La exposición, que contó en su inauguración con un amplísimo respaldo de público y que podrá verse hasta el domingo 23 de octubre, es también un grito para poner en valor a un autor «que los tarugos no conocemos, pero que tiene una poesía que emociona y las ‘hilariadas’ son muy singulares’. Un trabajo, a base de rotuladores, de imaginación, de dibujos o monigotes, para ahora, que se recuerdan los cien años del nacimiento del autor, ese tiempo no se convierta en «cien años de soledad» y eso, para Juan Bautista Escribano, depende únicamente «de todos nosotros», refiriéndose a la sociedad pozoalbense. 

La inauguración se desarrolló en acto que contó con la presencia de la familia del escritor, mientras que el autor de la misma estuvo acompañado por integrantes del grupo de teatro ‘Jara’ y de ‘Aliara’. Después de esa presentación, que tuvo lugar en la sala de lectura de la Biblioteca, se descubrió el secreto mejor guardado y los asistentes pudieron ver los dibujos que acompañan a ‘hilariadas’ como «Desconfía de todo aquel que empieza diciendo, voy a ser sincero», «Los necios se consuelan aplaudiéndose unos a otros», «Estoy tan ocupado en engañarme a mí mismo que no tengo tiempo para engañar a los demás», o «Pienso, luego tengo vacas».