Luis Lepe Crespo ha vuelto a ofrecer a Pozoblanco uno de esos libros que será de obligada consulta, en este caso, para conocer la historia de la Banda Municipal de Música. Cuarenta años de trabajo, de recogida de información y de documentación que el pasado viernes vieron la luz en el acto que sirvió de colofón el aniversario de la Banda de Música. Sin embargo, el libro trascenderá a ese acto y quedará entre el conjunto de obras imprescindibles para conocer parte de la historia cultural del municipio.

Minutos antes de la presentación de ese libro nos sentamos con Luis Lepe, para desgranar y ahondar en un trabajo que ya es de los pozoalbenses y que fue presentado, como no podía ser de otra forma, entre los sones musicales de una Banda que puso fin a una importante efeméride.

Pregunta: Hace un tiempo, en otra entrevista, me dijo que estaba inmerso en el encargo de la Banda Municipal de Música. ¿Se ha aproximado el resultado final al objetivo que perseguía?

Respuesta: Creo que el inicio de este libro fue el que yo indiqué que tenía un trabajo muy adelantado sobre la Banda de Música y me ofrecí a ellos para que en un futuro no muy lejano se pudiera hacer un libro, a partir de ahí se empezó a elaborar todo. Es cierto que ha sido demasiado grande, el libro es voluminoso, pero tiene muchas fotografías y a pesar de que he dejado de contar historias, creo que lo más interesante está. Los cien primeros años forman parte ya de la historia y me parecía muy interesante, el resto quizás los tengamos más en la memoria.

P: Evidentemente a través del libro se puede conocer la historia de la Banda, pero también se observan pequeñas historias y datos culturales de la localidad que enriquecen la obra.

R: Hay una primera parte que he titulado ‘Tabla de contenidos’ donde aparecen pequeñas historias que no tenían cabida dentro del formato cronológico y por directores que quería hacer. Me parecía interesante contar esas pequeñas historias antes, historias como el vínculo musical entre Montoro y Los Pedroches; como puede ser la festividad de Santa Cecilia; o la disolución y reorganización de la Banda, que es algo que siempre ha estado latente. Me pareció interesante contar esas pequeñas historias.

P: Entre las pequeñas historias que relata me han llamado la atención dos, la vinculación con Montoro y la aparición del oficio de zapatero.

R: Históricamente siempre ha habido una relación oficial entre Montoro y Los Pedroches. Esa historia ha estado muy latente y los músicos de Montoro venían a probar fortuna a Los Pedroches, a Torrecampo, Pedroche, Villanueva de Córdoba y Pozoblanco. La zarzuela «Los Madroñales» es obra de Alfonso Calero, su padre era de Montoro y vino aquí como músico estableciéndose en Pozoblanco.

Respecto a lo de los zapateros tampoco es que hubiera muchos oficios o diversidad en la época. Creo, y es una apreciación personal, que el oficio de zapatero permitía libertad en los horarios en cuento a los ensayos y las actuaciones, era un trabajo muy socorrido que no necesitaba de una técnica muy alta y había muchos zapateros. Es una cuestión anecdótica.

P: Luego el libro entra en ocho capítulos más densos,

R: La estructura ha seguido un orden cronológico. Desde 1839 tenemos documentación de que existía la Banda del Batallón de la Milicia Nacional. No sabemos la fecha exacta, pero sabemos que poco tiempo después Claudio Gómez de Sepúlveda, que es el primer director de la Banda, ya estaba dentro como director o encargado porque tenía un cargo dentro de la milicia y estaba también dentro del Ayuntamiento. En 1869 ya ha constancia de que a la Banda se le llama municipal y a partir de ahí se van a ir sucediendo el resto de directores.

En cada capítulo aparece la biografía del director y después un cuadro que corresponde a los músicos de ese periodo, de todos los periodos no tenemos relación de todos los músicos, pero desde 1895 ya empezamos a tener información. Es decir, que el libro permite hacer consultas por periodos de tiempo.  

P: Otra de las curiosidades que aparece en el libro son los datos económicos relativos a la Banda, lo que le cuesta a las arcas municipales, así como las disputas entre concejales por su conveniencia. A este respecto y si se abriera ese debate en la actualidad, ¿qué piensa usted al respecto?

R: La Banda es necesaria, sin duda alguna. La Banda ha aportado durante un siglo y medio una cantidad de músicos a Pozoblanco increíble y el que lea el libro puede descubrirlo. Esos músicos eran al mismo tiempo directores del centro artístico o eran ellos los que creaban una agrupación que puede ser de carnaval o pequeñas agrupaciones que van por la calle tocando. La Banda ha aportado muchos músicos, no solo directores, sino músicos de atril y eso ha sido muy importante hasta los años 60-70. Después ya vino el Conservatorio y es el centro el que aporta esa cantidad de músicos.

P: Destaca en ese estudio cronológico la influencia de músicos foráneos principalmente en el periodo que llama “el renacer de una nueva Banda” y que sitúa entre 1947 y 1966.

R: Hay un músico, Joaquín Villatoro, que posiblemente es el mejor músico que ha habido en Pozoblanco, sin querer herir la sensibilidad de nadie. Un hombre de una altura musical, y parece que también personal, incuestionable. Era un hombre con unas ideas muy características y eso le llevó a estar en la cárcel en el periodo de posguerra. Fue un hombre que estudió en París con los mejores músicos de la época y que un hombre con esas condiciones viniera a Pozoblanco a dirigir la Banda es algo a tener muy cuenta.

P: Avanzando y centrándonos en la actualidad hace algo de crítica después de analizar varios cambios que se producen, tanto en las características de sus componentes como en la entrada de instrumentos. Dice textualmente “la banda de Pozoblanco ha visto reducido su repertorio por la influencia exagerada que ha tenido sobre ella la Semana Santa venida de fuera” y prosigue diciendo que “eso, como toda reducción artística, es perjudicial para los buenos aficionados a la música y, especialmente, para los componentes de la banda, que ven cercenadas sus posibilidades de desarrollo personal”.

R: Yo no quiero herir sensibilidades, vuelvo a repetirlo. Tengo que decir que las bandas de música tienen que tener un repertorio adecuado a la población a la que pertenecen. Esto de la Semana Santa es un invento que ha venido de fuera y que nos ha invadido, la banda se ha contagiado también. Yo no lo hubiera hecho así, parece ser que si no te contratan para tocar en una procesión no tienes categoría musical, a mí eso me parecer un error. ¿Tanto ha cambiado la situación para que ahora tenga que ser de esta manera? Creo que se puede compartir la programación, no voy a decir que toque siempre pasodobles u obras sinfónicas, pero se puede mezclar, se pueden tener distintos repertorios, combinar. Es que es Semana Santa todo el año musicalmente hablando y yo con eso no estoy de acuerdo.

P: Este no es su único libro, pero qué supone para usted una obra de estas características.

R: Mucho esfuerzo y dedicación. Es un libro denso, con mucha información, con muchas consultas, he procurado ser lo más fiel posible a la realidad, para ello he tenido que consultar la misma información más de una vez. Eso me lleva a decir que el libro tiene altura, nivel. Son muchos años de trabajo, sin duda. Yo empecé a recoger información sobre el año 1980 y desde entonces no he parado, cierto es que no constantemente. Me he leído toda la prensa local desde 1895 que es cuando sale “El distrito”, me he leído los cronistas, que tengo que darle las gracias a la familia de Pedro López porque me ha dejado trabajar y consultar las publicaciones. Desde el año 80 hasta hoy son 40 años de mi vida, es cierto que entre medias he publicado otros libros, pero esa dedicación ha estado ahí.