Resulta curioso ver como los pozoalbenses esperaban y casi necesitaban que la Cofradía de Jesús Nazareno pusiera un pie en la calle. Cuando se abrió la puerta de la Ermita, la Plaza de la Iglesia estaba a repleta de gente que esperaba con enorme deseo ver al Abuelo de Pozoblanco. Tras tres años en los que su Estación de Penitencia se frustró por la lluvia, a veces tan necesaria pero tan inoportuna cuando cae en Semana Santa, todos ansiaban que llegase ese momento. Desde dentro la imagen es espectacular: una capilla llena de penitentes, costaleros, portadores de enseres y la Junta de Gobierno, presidida en el centro por la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno y su cara alumbrada con dos focos mientras mira fijamente a todos los fieles y devotos que lo esperan tras el umbral de su casa.

Con orden poco a poco fueron saliendo aunque el momento se demoró pues puede sentirse orgullosa la Cofradía por la multitud de nazarenos que iban ayer entre sus filas, ¡y de todas las edades!. La escena la observaba curiosa el titular de la misma, posado en su nueva peana tallada y policromada en los talleres de Andrés Manuel Valverde. Llegado el momento de partir, el instante se impregnó de solemnidad y seriedad pues era el momento de salir y disfrutar el recorrido por todos estos años que ha sido imposible hacerlo.

Jesús con su túnica de terciopelo corta con la que se pudo disfrutar de la vista de sus pies que ayer parecía que caminaba por el trabajo realizado por sus costaleros y bajo las órdenes de un cuerpo de capataces consolidado. Detrás, un pueblo que lo quiere y lo sigue para finalizar con la banda del Rosario de Linares que ayer demostró estar a la altura del momento en el que estaban.