Tras unos siete meses de trabajos la calle Romo vuelve a estar abierta al tráfico. A principios de semana se atisbaba ya el final de los trabajo, pero no ha sido hasta esta mañana cuando las vallas han desaparecido permitiendo el paso de los vehículos con total normalidad. Las obras comenzaron el pasado mes de enero, una vez que concluyeron las de remodelación de la plaza del Pozo Viejo.

Las obras de la calle Romo han implicado una adaptación de las aceras a la normativa de accesibilidad, además de “eliminar el hormigón y utilizar el granito y los adoquines para una de las calles más antiguas del pueblo”, según explicó al inicio de las mismas el concejal de Urbanismo, Manuel Cabrera. Lo que sí ha perdido la calle es más de una plaza de aparcamiento tanto en la zona alta como en la baja por el ensanche propio de las aceras y por la instalación de un pequeño jardín en la zona más cercana al Pozo Viejo.

Las obras de la calle han presentado, además, la complejidad de tener que afrontar ciertos desniveles. En cuanto a los plazos de ejecución, ambas actuaciones se han cerrado en nueve meses, uno más de lo que estaba previsto. Ambas remodelaciones cierran la decisión del equipo de gobierno de actuar en dos de las zonas más antiguas de la localidad, mejorando el estado de sus calles.