Estamos al final. Parece que no, pero sí. Tenerlo todo en perfecto descontrol no es fácil. Y el verano es un ejemplo claro. La culpa es mía. Perdón, nuestra. Culpa mía. La playa es una esperanza aunque estés allí, pero no la vives. Ergo, no es playa, es esperanza de ser.

Chesterton era un escritor inglés – inglés, qué coño estoy haciendo – católico por converso decía que en los libros de crímenes tenía que haber muertos desde las primeras páginas porque si no, no había chicha.  Pues lleva razón. Joder. Esta pandemia parace obra suya. Muertos ha habido desde las primeras páginas.

Sigo. Antonio Machado decía que “sólo el pueblo salva al pueblo”. Es una certeza. Este año y pico, sufrido del virus, lo ha demostrado. Y lo han demostrado los sanitarios y sanitarias. Mis respetos. Habéis ganado casi todas las batallas a nuestro pesar. Gracias. Y no sólo por esto.

La semana pasada discutí con una persona. No suelo hacerlo pero me tocó lo más preciado del Estado (sé que no va en mayúscula pero quiero recalcarlo así): la sanidad pública. Pocos funcionarios respeto más que a los sanitarios. Por esto lo de Machado. Insisto: “sólo el pueblo salva al pueblo”. Si su sueldo estuviera a la altura de su valentía no tendríamos dinero para pagarles. Literalmente, hay gente que se ha dejado la vida para salvarnos, imbécil. La persona en cuestión se quejaba de que este año la renta  le había salido a pagar setecientos y pico de euros. Me decía que eso era una injusticia y que pagar impuestos no vale para nada y que era una barbaridad y que si el coletas era un hijo de puta y que los catalanes nos roban y que si los negros y los gitanos se llevan las ayudas, en fin…

La cosa por la que empecé a discutir (aunque debiera haberlo hecho antes) no fue esa. Fue cuando me contó que a su madre le habían hecho un trasplante de pulmón y que su padre, después de un cáncer de próstata, estaba divinamente. No es la primera vez que lo digo aquí: somos una sociedad en decadencia. ¡Será posible tamaña indignidad y egoísmo! Le dije que si sabía el valor de la salud de sus padres. Me dijo que para eso pagaba impuestos. Me cago en mi vida. Valiente y poca vergüenza hay que tener.

Lo he mirado. Un trasplante de pulmón vale unos 120.000 euros (una hipoteca, es que vamos) y la cura de ese cáncer (ese cáncer, estadísticamente, lo vamos a tener tres de cada cuatro hombres en España) vale unos 14.000 euros, sabiendo que si te operan y por tanto te hospitalizan seis o siete días antes del tratamiento, dependiendo de como esté la cosa, vale otros 6.000 o 7.000 euros. Imbécil.

700 euros de impuestos y egoísmo. Que una persona que está más cerca de vivir debajo de un puente se crea que puede ser Amancio Ortega es la ridiculez. Lo digo claro: sin sanidad pública la gente se muere. S E  M U E R E.

Ya lo dejo. Aunque estoy cabreado. Si lees esto y lo entiendes apuesta porque haya más estado y más sanidad pública para que proteja a la abuela, a madre y padre, a nuestros hijos; para que la gente de atención socio-sanitaria cuide de nuestros vecinos mayores. O hazlo por ti. No te olvides que una simple consulta al médico para que te diga que no es nada y te quedes tranquilo son 53 euros (75 en urgencias). Hablar de dinero es una ordinariez pero esta vez hay que señarlo. Y señalarse, ojo.

Por todo y por todos gracias a los sanitarios y sanitarias que nos salváis, a nosotros, al pueblo.

Yo, por desgracia, os disfruté. Gracias por cuidar de los abuelos: de Lázaro y Pedro. Por cuidarnos.

Sin más, gracias. Gracias por tanto.

¡Viva la sanidad pública!

A Leticia, Carlos, Roque, Cristina, Helena, Rocío, Casi, Antonio, Puri, Elena, Paqui, Toñi, Ana Belén …