El cronista de Carlos I de España y V de Alemania, Juan Ginés de Sepúlveda; el barítono Marcos Redondo; y uno de los fundadores y primer presidente de Covap, Ricardo Delgado Vizcaíno. Esos eran hasta ahora los hijos predilectos de Pozoblanco, un selecto grupo de personas a las que se ha sumado el jurista y actual director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado. La designación fue aprobada por pleno el pasado miércoles, pero el acto de homenaje se encuadró en la noche del viernes en el auditorio del Recinto Ferial de Pozoblanco. Arropado por más de doscientas personas, Santiago Muñoz Machado recibió el reconocimiento a su formación y contribución en diferentes ámbitos, fundamentalmente, en el del derecho e intelectual a nivel nacional e internacional, sin olvidar su aportación a la vida cultural pozoalbense. Una aportación concretada, principalmente, en la Fundación Ricardo Delgado Vizcaíno. 

El acto comenzó con la música de un trío de violín –Marcos Sáez, el clarinete -Ana Belén García- y el piano -Soledad García- que interpretaron «Dúo de las flores», «La vida es bella» e hicieron un pequeño guiño a la tierra con música tradicional de Los Pedroches. Posteriormente, la concejala Anastasia Calero procedió a leer el acta del pleno extraordinario donde se acordó la designación y que vino a desgranar los méritos de Santiago Muñoz Machado para ser Hijo Predilecto de Pozoblanco. El espíritu de esfuerzo, su labor intelectual, la producción divulgativa y el desarrollo del pensamiento histórico y político fueron algunas de las referencias puestas en valor en dicha acta.

Antes de las palabras del catedrático, intervino el alcalde de la localidad, Santiago Cabello, que destacó los méritos del homenajeado, pero también su parte más personal resaltando el «amor por Pozoblanco y por la comarca de Los Pedroches». Valores como el esfuerzo, el compromiso o el afán de superioridad, mezclados con el talento y la excelencia también fueron destacados por Cabello como parte del carácter del jurista. Y por fin llegó el momento más esperado, el de la intervención de Santiago Muñoz Machado que comenzó dando las gracias al «Ayuntamiento por haber resulto que merezco este honor, que es grande y ante el que es difícil responder». «He recibido muchos premios a lo largo de mi vida, pero los cambio todos por éste«, prosiguió el jurista ganándose el primer aplauso de su discurso. Posteriormente, reconoció un «amor por Pozoblanco» aprendido por su progenitor del que dijo que «no he conocido nunca a nadie que haya querido más a Pozoblanco que mi padre». 

También recordó a las personalidades con las que comparte, desde ahora, título honorífico espacio donde volvió a demostrar su conocimiento histórico, principalmente, cuando resaltó la figura de Juan Ginés de Sepúlveda. De ese recuerdo pasó a los experimentados en su pueblo natal, en la Plaza de la Iglesia, en su paso por las Concepcionistas y Salesianos del que dijo sentirse «muy orgulloso» porque «me enseñaron unos valores a los que nunca he renunciado y me han servido para caminar por el mundo». De esos inicios pasó a su «peregrinaje» por la vida que comenzó, laboralmente, en la Administración Pública y que pasó a la Universidad, pero también a su trabajo como abogado. Finalmente, señaló las «responsabilidades eternas» aludiendo a las propias de las que tienen los académicos de la Lengua por ser cargos «vitalicios». Tiró de humor también Santiago Muñoz Machado antes de cerrar un acto que tuvo como colofón el himno de Andalucía cantada por Pili Acaíñas con Juan Ruiz Lorenzo a la guitarra. 

Un acto social

Esa fue la parte institucional y más formal, aunque el acto también se vivió entre el público donde se dieron cita compañeros en la Real Academia del homenajeado, a parte de la corporación municipal, pero también a varios ex alcaldes de Pozoblanco, entre ellos, al «desaparecido» Antonio Fernández. Actores de la vida social y económica de Pozoblanco también se dieron cita en un auditorio que se quedó pequeño y por ello se habilitó una pantalla en la Caseta Municipal para que las personas que quisieran pudieran seguir desde ese punto el acto.