Faltaban muy pocos minutos para las ocho cuando el presidente de la cofradía de ‘El Silencio’, Víctor Vázquez, se dirigía a quien aguardaba en el interior de San Gregorio para decir lo que todos esperaban, que las previsiones daban una tregua y habría estación de penitencia. De ahí hasta el abrir de las puertas de la ermita apenas unos minutos para que el Lunes Santo se viviera en plenitud. Ni un solo año, y van 39, la cofradía que nació al amparo del barrio de San Gregorio se ha quedado sin salir a la calle y este Lunes Santo no iba a ser menos. 

La noche se quedó fría, pero la lluvia se contuvo. Y fue así como San Gregorio fue desdibujándose para dejar espacio a otros escenarios igualmente reconocibles al Lunes Santo. Lo es ya la calle Hilario Ángel Calero, lo fue siempre la costanilla del Risquillo, y antes de eso el espectador se queda se volvió a quedar sin aliento en la Carrera Oficial. Luego tocó el regreso, con la ermita de San Gregorio volviendo a perfilarse en el horizonte. 

Se completa una estación de penitencia que cumplirá el próximo año cuarenta años y que en todos ellos ha conseguido abrir las puestas de su ermita donde los costaleros y costaleras volvieron a colocar a sus titulares con el sentimiento del deber cumplido en otro Lunes Santo.