Tras finalizar el agrio Jueves Santo del 2019 donde sufrimos una de las más desagradables situaciones en la calle a causa de la meteorología, nos disponíamos a afrontar con energías renovadas e ilusionadas un nuevo camino.

Tras acabar la breve estación de penitencia, sentíamos la fortaleza de toda una cofradía unida por el amor a unos titulares que vieron truncadas sus esperanzas de repartir mucha fe y amor fraterno por las calles de Pozoblanco. El Jueves Santo Salesiano finalizaba pasado por agua pero con la satisfacción de unir los sentimientos más bellos que llevábamos dentro.

Por ello, esperábamos el 2020 con las ansías de volver a salir acompañando el caminar de dolor de una madre que veía morir a su hijo en la cruz. Pues sí, como si de un nacimiento se tratara la cofradía partió de cero para embarcarse en un proyecto independiente a lo que tantos años llevaba vinculada, se confirmaba la organización de la cofradía con unos estatutos y una estructura definida dentro de la casa salesiana y del orbe cofrade. Aun así, es de valorar durante tantos años que a través de una vocalía de piedad de la Asociación de AA.AA. de Don Bosco hayan sabido inculcar el amor por este Jueves Santo Salesiano.

Llegaba pues una nueva cuaresma, tiempo para reflexionar y estar con el que más lo necesita. Como una verdadera e íntegra cuadrilla de costaleros, arrimando el hombro con el más débil y fortaleciendo la amistad de tantos costaleros que viven con tanta pasión este inolvidable día. Nos disponíamos, pues, a preparar el día más hermoso del año para que todas nuestras intenciones y oraciones pudiesen estar reflejadas con la madre que tanto queremos, Nuestra Señora de la Amargura.

Comenzaba la primera toma de contacto, igualá y los primeros ensayos de una gran cuadrilla de valientes costaleros con un compromiso rozando la excelencia, poniendo cada uno el corazón el palo y aflorando por la piel la esencia de vivir debajo de esa Casa de Dios no sólo durante estos últimos meses, sino de los 365 días del año como bien palpamos por el contacto directo e íntimo que nos caracteriza.

Era un año especial, cuatro costaleros de nuestra cuadrilla cumplían 25 años bajo las trabajaderas de la Cofradía Salesiana y había que celebrarlo. Festejábamos un cuarto de siglo de costal de nuestra cuadrilla, la primera cuadrilla de costaleros que se creó por aquel entonces en sus dos primeros años para salir con el Stmo Cristo del Perdón y donde aún perduran la infinidad de recuerdos entrañables de todo este tiempo culminado con nuestra madre de la Amargura.

Estaba siendo un año muy enriquecedor, disponíamos de los ingredientes necesarios para vivir un año único, la asistencia estaba siendo muy numerosa, el trabajo estaba cumpliendo los objetivos, el esfuerzo, el tesón, el afán de superación, la lucha contra la enfermedad,… Lo teníamos todo en nuestra parihuela para disfrutar con un nuevo Jueves Santo inolvidable.

Y si, efectivamente es inolvidable y este año 2020 lo recordaremos para siempre como una de las experiencias  más reconfortantes y emotivas que nos haya podido pasar en la vida. El amor de la familia, de la cuadrilla y de nuestra Santísima Virgen son más importantes que cualquier fortuna que nos puedan dar.

Nos encontramos viviendo en tiempos sin precedentes donde ahora más que nunca tenemos que estar fuertes y unidos. Hoy tenemos la estación de penitencia más difícil de nuestras vidas y para ello tenemos a los mejores costaleros que una madre puede tener. Costaleros que te animan desde fuera como sanitarios, médicos, policía,… y que se exponen por todos nosotros y por nuestras familias.

Quédate en casa costalero, reza, destapa tu corazón y abre la ventana de par en par para ventilar esta maldita pandemia tan difícil de soportar y aguantar. Vamos  a superar esta angustiosa chicotá, aunque nos cueste más de la cuenta, arrimando el hombro en cuadrilla y hermandad para volver a encontrarnos debajo o en otro bendito lugar.

Celebra este Jueves Santo con familia y cuadrilla. Vívelo con intensidad y aprovéchalo, merecerá la pena.

Que Dios os Bendiga