Día de bullicio, de pérdida de la tranquilidad que normalmente se vive en cualquier otro día del año. Ayer, en el día de Todos los Santos se volvió a cumplir la tradición y los cementerios de Los Pedroches vivieron una jornada atípica donde muchos ciudadanos optaron por visitar el lugar de descanso de sus seres queridos. Hubo incluso algunos que se recorrieron varios camposantos de la comarca honrando a familiares enterrados en diferentes puntos de la comarca.

Fue un día especial donde se avivó el recuerdo de quien ya no está, una jornada de lentos paseos por los camposantos y también por la memoria individual. Porque en esa visita es imposible no rememorar la vida ajena y la propia, las experiencias compartidas, sonreír y también secar alguna lágrima.

Pero si frenética fue la actividad que se vivió ayer en muchos camposantos, las jornadas anteriores no se quedaron atrás con familiares limpiando y colocando flores en las tumbas de padres, primos, abuelos o hijos. Limpiando esas palabras que quedaron a modo de epitafio y que vienen a mantener vivo el recuerdo. Un día de tristeza y de alegría porque mientras se recuerda a quien ya no está, se celebra la propia vida.

Entre flores y un bullicio poco habitual se volvió a cumplir la tradición de honrar a los muertos en el día de Todos los Santos, de dedicarles un especial recuerdo en una jornada que vuelve a unir a generaciones al amparo de los recuerdos.