El pasado mes de marzo Eduardo Lucena, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Pozoblanco, ofrecía una entrevista a este periódico donde se le planteaba si estaba atravesando el equipo de gobierno por el momento más delicado del mandato. El edil reconoció que se está atravesando por un momento difícil, algo que cualquier persona que esté mínimamente informada sobre la política local defendería. No en vano, el equipo de gobierno tiene que hacer frente a problemas que antes no habían aparecido imponiéndose por encima de todos el impago de facturas a proveedores, así como el impago de subvenciones a colectivos -a algunos se les adeuda gran parte de las concedidas en 2021-. Esa parte económica que no evoluciona se completa con la falta de un presupuesto, algo complejo de entender con un equipo de gobierno que maneja una mayoría absoluta aplastante, diez de diecisiete concejales. La falta de presupuesto, más allá de poder funcionar con uno prorrogado, no es baladí porque sí impide el funcionamiento correcto en todas sus vertientes a las diferentes concejalías y, por supuesto, impide sentar las bases de las futuras inversiones. A todo ello, habría que unir que esos problemas han hecho mella en la cohesión del equipo de gobierno, aunque esta afirmación pueda ser negada hasta la extenuación. 

Sin embargo, bastaría ver las intervenciones realizadas en el pleno, otro más sin ningún punto en el orden del día, del pasado martes para entender que esa afirmación es cierta. PSOE e IU decidieron lanzar un guante al equipo de gobierno ante lo que consideran una situación insostenible hablando ya de «mandato fallido» y señalando la necesidad de sentarse para alcanzar «un acuerdo de mínimos». Por cierto, un acuerdo de mínimos que se consiguió hace ya algunos años cuando el PSOE gobernó, por primera vez, perdiendo la mayoría absoluta. Mientras que Eduardo Lucena recogió el guante, agradeció el tono empleado y volvió a reconocer problemas, sin que eso fuera óbice para asegurar que están intentando dar solución a los problemas y que así seguirán hasta el último día, el primer edil, Santiago Cabello, apostó por un discurso más optimista o incluso triunfalista. Para Cabello, la Semana Santa y la Feria Agroganadera son signos de recuperación, el no tener presupuesto se puede sortear con el prorrogado y hasta la pérdida de la interventora se apacigua, aunque anteriormente el haber cubierto esa plaza se haya vendido como un logro. 

Esos dos discursos podrían plasmar, a la perfección, dos formas de gestión, una realista, otra basada en los deseos más que en las realidades. Pongamos sobre la mesa un dato. ¿Recuerdan las peticiones para la utilización de los remanentes o ahorros que los ayuntamientos tienen? El Consejo de Ministros suspendió las reglas fiscales en octubre de 2020 dando la posibilidad de la utilización de esos remanentes en los años 2020 y 2021. Esto es importante porque el presupuesto de 2021 no contó con el beneplácito de la oposición porque el equipo de gobierno se negó a acordar el destino de esos remanentes. Sí se estableció un compromiso que a día de hoy solo lo soporta el papel. Dentro de ese compromiso aparecían cuestiones como la ampliación del campo de fútbol 7 y sustitución del césped (240.000 euros), la zona joven deportiva (50.000 euros), mejoras en las pistas de atletismo (30.000 euros), reforma del Mercado de Abastos (450.000 euros) o la aportación de 750.000 euros para el centro residencial. Ni una sola modificación de crédito se ha realizado para acometer algunas de las cuestiones antes señaladas. 

Sería tremendamente injusto decir que el actual equipo de gobierno no ha hecho nada positivo por Pozoblanco en estos años, pero hay que reconocer que en los grandes proyectos de ciudad no ha avanzado y no ha dado pasos claros. Las calles en Semana Santa estaban llenas de gente, pero esa gente pudo ver la suciedad de esas calles con unos pliegos que siguen sin estar y sin aprobarse; los mayores disfrutan de su Romería de la Virgen de Luna y de los envíos de detalles a sus casas, pero siguen sin ver avances de una residencia que les venga a facilitar su futuro; los colectivos siguen haciendo su trabajo y llevándose palmaditas en la espalda, pero cada vez más son los que se juegan su patrimonio personal para intentar sacar sus actividades hacia adelante ante el incumplimiento institucional… Esto son realidades palpables que no se limitan a los me gustas en redes sociales. Y es que hay que plantearse las formas de gobernar porque la política necesita de altura de miras antes que de marketing