Por Carmen María Montenegro Fernández

 

Un sentimiento es ese estado de ánimo que está sujeto a una impresión afectiva, al cariño, al aprecio, a los recuerdos, a un olor característico o a la nostalgia de una emoción satisfactoria que con el tiempo seguimos recordando. Es lo que ocurre durante estos días que se acercan. Recuerdos de cuando era niña, emoción y nervios. Todo es poco para definir lo que significa la Semana Santa de Hinojosa del Duque. Es imposible no dejar algunas cosas en el tintero, pues cada una de las imágenes y Estaciones de Penitencia en mi pueblo son inolvidables, desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección.

El Viernes de Dolores nuestra localidad inunda de gente sus calles, las campanas redoblan con un sonido de exaltación que anuncia que todo está listo para la Pasión. Comienza la Semana Grande de un pueblo volcado con su devoción. Vestida de morado, sale de su casa la Virgen Dolorosa. Llevada a hombros por los fieles, hermoso rostro el de Nuestra Madre y unos ojos que descargan Paz y Amor. Esos ojos que hablan y de los nunca encuentras el momento para poder alejarte. El diálogo con ella nace desde el corazón. Se manifiesta en los errores cometidos durante el año. Pides perdón y das gracias por todo. Sobre todo por volver a verla un año más.

El Martes Santo es cuando Cristo de la Misericordia es llevado por las calles empedradas para hacer el Vía Crucis. Olor a incienso, el mismo olor que desprende Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia. Olor a Santidad, a vela quemada y a humo de purificación. El Miércoles Santo es impaciente y emocionante ver a esta imagen procesionar. Verle desde cada rincón por el que pasa, la mirada triste, pero a la vez llena de amor, paciencia y perdón. Le sigo mientras camina y me embeleso al ver su túnica moverse al ritmo de sus pasos. Guardo muchos recuerdos de niña en los que lo veo salir de la iglesia. Pulidas estampas de memoria a los seres queridos que lo acompañan en el cielo.

El Día Grande en Hinojosa es el Jueves Santo. Cargado de procesiones, visita a los Sagrarios y día de la Muerte de Nuestro Padre Jesús. Como cada año, al anochecer sale la Estación de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto. Oraba ante Dios, junto a los olivos, para perdonar al pueblo y a los pecadores. Jesús sabía que iba a morir y que moriría para salvarnos a todos. A las doce de la noche, sale Jesús Crucificado, Cristo de la Misericordia junto a María Santísima de los Dolores. Virgen de palio negro, pañuelo bordado en seda para limpiar sus lágrimas de pena y rosario en la mano para rezar por el calvario que pasó su hijo. Humillado, atado a una columna y torturado con crueldad, Cristo tuvo que llevar su propia cruz entre los desprecios.

Cada mañana de Viernes Santo, Nuestro Padre Jesús Nazareno nos bendice, para darnos fuerzas, para reconocer que cada uno debemos llevar nuestra cruz. Nos enseña que debemos ser fuertes ante la vida, ante las enfermedades, tragedias, adversidades y que debemos creer en Él. En Dios. En la Resurrección y en la vida eterna.

Por último, la Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora en su Amargura. La noche del Viernes Santo da sus últimas pinceladas, una de las tallas más hermosas y características de la localidad recorre las calles sumergida en el silencio. Sólo varios tambores y una “carraca” acompañan a los fieles a su salida y entrada al templo.

Cada uno de nuestros pasos esconden detrás mucho esfuerzo de las Hermandades, fieles costaleros, penitentes, mujeres de mantilla, bandas, etc. La Semana Santa de Hinojosa del Duque es un museo de tallas en el que disfrutar de la belleza de este sentimiento compartido por todo un pueblo.