Las familias del misionero César Fernández, la de sangre y la salesiana, han vivido una jornada muy emotiva tras el descubrimiento de la calle que desde hoy domingo lleva el nombre del sacerdote asesinado el 15 de febrero de 2019 en Burkina Faso. Un homenaje acordado por unanimidad por el Ayuntamiento de la localidad y que se ha plasmado con el descubrimiento de la calle Misionero César Fernández, antigua Jacinto Benavente, por ser el lugar donde se ubica la casa que vio nacer a César. El acto ha contado con la presencia de la Corporación Municipal, encabezada por el alcalde, Santiago Cabello, con la familia del misionero y con una amplia representación del colegio salesiano, entre los que se encontraba el director del centro, Manuel del Rosal Guzmán.

Las intervenciones más emotivas las han protagonizado los hermanos de César Fernández, que han querido recordar la figura del misionero, pero también resaltar los vínculos que consiguió trazar entre el continente africano y su Pozoblanco natal. A ambos pueblos «quiso a rabiar», ensalzó su hermana Pilar Fernández que recorrió la vida del misionero, desde sus primeros pasos en la localidad pozoalbense, su decisión de formar parte de la familia salesiana y, la más importante, ser misionero y encaminar su vida hacia África. Fue en 1982 cuando César Fernández llegó a ese continente y fue allí donde fue asesinado después de trabajar durante 37 años por los más necesitados. 

«César a la hora de entregarse veía necesidades, no diferenciaba entre personas», expuso su hermano Juan Carlos Fernández que quiso unir esa característica del misionero a la unanimidad política para que este homenaje pudiera ser una realidad. Juan Carlos Fernández resaltó, de igual manera, los nexos de unión que su hermano trazó entre África y Pozoblanco a través de los numerosos proyectos en los que encontró la complicidad de muchas personas que ayudaron para que fueran una realidad. Una línea de unión que vivió muy de cerca su familia porque «a través de él conocimos y comprendimos los problemas de África, nos hizo sentir hasta casi su calor». 

La familia quiso hacer extensible el agradecimiento a todo el pueblo de Pozoblanco, por el cariño demostrado, por «la acogida y por honrar su memoria». Cuenta, así, la localidad con un lugar de reconocimiento para la figura del misionero salesiano que fue asesinado en África, un continente y su diversidad que también tuvieron su espacio en el acto con la suelta de globos de colores con la que se cerró.