Puntual, la Junta Permanente de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de Semana Santa ponía en marcha la estación de penitencia de la cual es responsable. El cortejo, iniciado por la caballería de la Hermandad de Jesús Rescatado y la banda de la hermandad se abrían paso por las calles cercanas a la Parroquia de Santa Catalina. Tras ellos la representación de todas y cada una de las Cofradías y Hermandades que integran la Semana Santa de Pozoblanco con la ausencia de sus presidentes, presidentas, hermana mayor y representante de hermano mayor que ocuparían lugar privilegiado. Y al final, con la solemnidad y sobriedad que el momento necesitaba, el Señor del Santo Entierro, Jesús del Sepulcro. La talla, adornada con los colores  más característicos de la pasión, lucía radiante en su paso caoba.

El Santo Entierro no es más que la combinación perfecta de hermandad, de Semana Santa y de agrupación. De trabajo al unísono por y para el fomento y engrandecimiento de la Semana de Pasión.

Y Pozoblanco acogió soberbio la procesión de la Agrupación. Calles llenas de gente, gente pendiente de todos y cada uno de los detalles y momentos que se producían. Hacía ya años, por cuestiones meteorológicas o por otras que no vienen al caso, que el Viernes Santo por la tarde no contaba con tanto público. Un público que también esperaba ya a la Señora de la Soledad, la Señora del Cerro.